Tuxtla Gutiérrez.- Chiapa de Corzo, una ciudad asentada en las márgenes del río Grijalva, bajo la mirada de la milenaria ceiba de la plaza central, es testigo de la riqueza cultural, la Fiesta Grande de Enero congrega a multitudes, el escenario está puesto, chiapanecas, parachicos, los chuntá, ponen la algarabía.
Parece que nadie se cansa, todos danzan, cantan, gritan, zapatean, mientras la multitud sigue las comparsas por las calles y los barrios de la ciudad, rinden culto a San Sebastián Mártir, San Antonio Abad y Señor de Esquipulas, se desarrolla entre religión y tradición.
Llegada la tarde empiezan los preparativos en la casa de Lisando Madrigal Nucamendi, a cien metros del caudaloso río, uno a uno llegan hombres de todas las edades, algunos se acompañan de la esposa, la hermana o la novia, en la mesa se encuentra el maquillaje, el chuntá se arregla con una gran delicadeza, con profesionalismo.
Se alistan con atuendo de mujer para recorrer las calles de la ciudad alrededor de la majestuosa y milenaria ceiba, al principio todos caben en la casa, poco a poco los espacios se reducen, sus dueños dan la bienvenida, sirven vino, otros llevan el suyo, desempacan sus cosas, coloridas blusas confeccionadas a base de manta, con encajes, vuelitos, listones multicolores, lucen faldas largas amarillas, blancas, rojas, de cuadros de color azul.
El chuntá en la cabeza se ha improvisado una vistosa trenza con listones de colores, resalta el amarillo y rojo, el cabello postizo, trenzas postizas, lleva un canasto atado a barbilla, es adornado con banderitas multicolores, al cuello una gargantilla o un collar de ámbar, en las manos sonajas de metal y de morro, portan vistosos aretes.