/ viernes 23 de noviembre de 2018

Aumentan ateos por evitar conflictos

Cristianos de la Teología de la Prosperidad crecen en zonas urbanas

El número de personas que, en Chiapas, se declaran “sin religión” no sólo está por arriba del promedio nacional, sino que ha crecido en las últimas tres décadas hasta llegar a 429 mil 803, que representan el 13 por ciento de la población estatal.

La población sin religión en 27 municipios rebasa 20 por ciento; en cinco sobrepasa 40 por ciento; Santiago del Pinar registró el dato más alto, pues casi, 64 por ciento de la población no reconoce religión alguna.

“Estos datos y los conflictos sociales existentes en las regiones donde se ubican estos municipios – señala el Inegi -, permiten decir que no se trata de ateísmo, sino de una deliberada negación de las creencias para evitar probables conflictos”.

Por otra parte, en las ciudades, como es el caso de Tuxtla Gutiérrez, el protestantismo se escinde en múltiples movimientos, destacando el reciente surgimiento de grupos “cristianos” entre las clases medias urbanas, como se les conoce popularmente a los movimientos carismáticos, neo - pentecostales o neo-evangélicos, seguidores de la Teología de la Prosperidad.

Este elevado número de personas que, en Chiapas, se declaran sin religión, es “preocupante” para la Iglesia Católica, y de acuerdo al documento sobre la Pluralidad Religiosa en Chiapa, presentado por el obispo Felipe Arizmendi en 2001, es a ellos “los que más deberíamos buscar, para ofrecerles –no para imponerles- la luz del Evangelio”.

Alto porcentaje que contrasta con el promedio a nivel nacional que es de 3.49 por ciento y con el de la mayoría de otras entidades, en donde el porcentaje de no creyentes es muy bajo; sólo tienen cifras altas Campeche, con 8.09 por ciento; Tabasco con 8.86 por ciento y Quintana Roo con 9.81 por ciento.

Al analizar los datos del Inegi, en torno al crecimiento del protestantismo en Chiapas, el doctor Jean Pierre Bastian, destacado investigador de la Universidad de Estrasburgo (Francia), dice que “llama la atención el crecimiento abrumador de evangélicos y de otras religiones que se esconden esencialmente bajo el ítem “ninguna”.

“Este ítem – advierte – no nos remite a un crecimiento del ateísmo en un estado predominantemente rural, pero más bien al temor que manifiestan los actores sociales en afirmar una identidad religiosa muchas veces perseguida”.



Pluralidad religiosa en Chiapas

En México hay ocho mil 963 asociaciones religiosas, registradas ante la Secretaría de Gobernación, de las cuales 423 señalaron su domicilio legal en Chiapas, pero hay otras iglesias que tienen una gran presencia religiosa en la entidad, aunque no tengan aquí su domicilio legal, señala Víctor Hugo Sánchez Zebadúa, subsecretario de Asuntos Religiosos del gobierno de Chiapas.

Es el caso de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (mormones) que tienen una presencia enorme en Chiapas (más de cinco mil adeptos) e, incluso, uno de sus principales templos está en Tuxtla Gutiérrez, pero su domicilio legal está en el Templo de la Ciudad de México. Lo mismo sucede con las Asambleas de Dios Pentecostés con centenares de templos en la entidad, y los Testigos de Jehová, que tiene 82 mil 646 seguidores, y su domicilio legal está en Texcoco.

Ante esta pluralidad religiosa, monseñor Fabio Martínez Castilla, arzobispo de Tuxtla Gutiérrez, expresa: “El pueblo de Chiapas tiene un fuerte sentido religioso. Es una tierra fértil en donde todo lo que siembras brota en lo religioso y por eso han proliferado muchos grupos religiosos”.

Monseñor Martínez Castilla es el primer arzobispo de Tuxtla, convertida en arquidiócesis por el Papa Benedicto XVI el 25 de noviembre de 2006, y junto con las diócesis de San Cristóbal y Tapachula, participa en la evangelización de Chiapas.

Los creyentes católicos chiapanecos, según el censo del INEGI del año 2 mil, suman 2 millones 796 mil personas y siguen representando la religión mayoritaria con el 64 por ciento del total, aunque se observa una tendencia descendente en los últimos 30 años.

Sin embargo, el descenso de católicos se ha frenado, asegura el Arzobispo Martínez Casillas. De 1970 a 1980, dejaron el catolicismo el 14.3 por ciento de la población. De 1980 a 1990, el 9.3 por ciento. En cambio, de 1990 al 2000, sólo el 3.44 por ciento.

“Esto no nos consuela ni nos deja pasivo – señalaba monseñor Felipe Arizmendi, cuando ocupaba la diócesis de San Cristóbal -, pero es señal de que se han hecho esfuerzos por mejorar la evangelización, sobre todo del laicado, de catequistas, de diáconos permanentes y de otros servidores”.

El arzobispo Martínez Castilla, por su parte, expresa: “En Chiapas hay muchos grupos religiosos, eso es una gran verdad, pero no que la iglesia católica hoy este disminuyendo. Eso se paró. En un tiempo sí disminuyo mucho; fue evidentemente, eso no hay que negarlo. Sobre todo, que no solamente hubo un descuido en atención de parte de la iglesia católica sino también una influencia del extranjero, de otros grupos y que en este descuido se aprovecharon”.



Sin embargo, ahora la iglesia católica se está fortaleciendo. “Se fortalece, aunque si usamos como termómetro los números podemos equivocarnos, sino que se fortalece en cuanto a caridad, presencia ante todo de ayuda y que está con el pueblo”.

Frente a las cifras estadísticas del INEGI que muestran un notable incremento de las iglesias protestantes, cuyas tasas de crecimiento pasaron de 4.8 por ciento en 1970 a 22.59 en el año dos mil, monseñor Martínez señala que se está avanzando en el ecumenismo, para “respetar y colaborar en asuntos del bien común” con los hermanos que profesan otra religión.

“Una de las grandes riquezas – expresa - es el Consejo Interreligioso de Chiapas en donde vamos caminando con esperanza de que todos los que creemos en Dios lleguemos a vivir como verdaderos hermanos”.

De las religiones protestantes históricas en Chiapas destacan los bautistas y presbiterianos; particularmente esta última, pues la entidad alberga 46 por ciento de los presbiterianos del país. Los Adventistas del Séptimo Día constituyen 35.6 por ciento de los fieles que está iglesia tiene en el país.

El protestantismo se desarrolló en México a partir de la segunda mitad del siglo XIX; como resultado de las leyes de Reforma, entre 1855 y 1863, principalmente en el gobierno de Benito Juárez que expidió la Ley sobre Libertad de Cultos (1860). Así la religión católica dejó de ser la única permitida y se permitió que cada persona fuera libre de practicar el culto que deseara.

Sin embargo, no fue sino hasta principios del siglo veinte que “el evangelio entró a Chiapas por Guatemala”, afirma el pastor Mario Gabriel Rojas Sarabia, historiador de las religiones en Chiapas. De entrada, hace una observación: “Una cosa es ser protestante, otra ser evangélico, otra ser carismático y otra ser cristiano, como se conoce popularmente a los neo evangélicos, seguidores de la Teología del Bienestar”.



El pastor Rojas narra la historia de dos mujeres protestantes, Antonia y Hercilia Marroquín, madre e hija respetivamente, que, huyendo del acoso de un militar centroamericano, llegaron con la Biblia bajo el brazo a Mazapa, ubicado en la sierra madre de Chiapas, frontera con Guatemala. Allí encontraron refugio y evangelizaron al presidente municipal Pablo de la Cruz y a su familia.

Más tarde, procedente de Tabasco, llegaría José Coffin Sánchez, que en 1920 se convertiría en el primer pastor de la Iglesia Presbiteriana Nacional de Tapachula. Actualmente, la iglesia presbiteriana es la institución protestante (entre bautistas y metodistas) más importante de México, destacando el núcleo de Chiapas con más de 250 mil fieles.


Teología de la Prosperidad

En los últimos años, en el contexto de la proliferación de credos religiosos, en las urbanas de Chiapas, como la capital Tuxtla Gutiérrez, hay un surgimiento muy fuerte de corte neo–pentecostal o neo-carismático, cuyos adeptos, pertenecientes en su mayoría a la clase media, se autodenominan “cristianos” y son seguidores de la Teología de la Prosperidad.

La Teología de la Prosperidad es el nombre más conocido de una corriente religiosa neo–pentecostal evangélica cuyo núcleo es la convicción de que Dios quiere que sus fieles tengan una vida próspera, es decir, que sean económicamente ricos, físicamente sanos e individualmente felices.

En palabras del pastor Reynaú Omán Santiago Marroquín, esta nueva corriente religiosa “se basa en la teoría de la retribución: Si tu das, recibes más y si dejas de dar, cae sobre ti la condenación”.

El movimiento carismático surge en Estados Unidos durante la década de 1960 y desde allí se extiende hacia América Latina, como respuesta a la Teología de la Liberación, y se crece a partir de rupturas con las iglesias evangélicas, pentecostales, metodistas, presbiterianas, episcopales, luteranas y católicas. Ejemplo de este movimiento en nuestro país es el Centro Cristiano Calacoaya, establecido en 1981 en el Estado de México.

A diferencia de las iglesias históricas, principalmente las presbiterianas que tienen una liturgia solemne, los movimientos neo-pentecostales son efusivos y plantean una renovación con énfasis en los dones espirituales como sanación y profetismo, además de lenguas.

“Generalmente, cuando le preguntas a uno de estos hermanos a qué movimiento pertenece, dice: soy cristiano. Pero cristianos somos todos los que creemos en Cristo. Entonces cristiano es un católico, igual que un presbiteriano, un pentecostés o un bautista, porque pertenecemos a iglesias cristocéntricas”, señala el pastor Gabriel Rojas.

A su vez, el arzobispo católico Martínez Castilla, expresa: “Todos los grupos religiosos debemos cuidarnos de no aprovecharnos de la fragilidad de la gente ante su pobreza para hacerlos nuestros partidarios; creo que debemos de buscar el desarrollo integral de nuestro pueblo con un sentido religioso; dicho de otra manera, en tierra fértil lo que siembras sale”.


El número de personas que, en Chiapas, se declaran “sin religión” no sólo está por arriba del promedio nacional, sino que ha crecido en las últimas tres décadas hasta llegar a 429 mil 803, que representan el 13 por ciento de la población estatal.

La población sin religión en 27 municipios rebasa 20 por ciento; en cinco sobrepasa 40 por ciento; Santiago del Pinar registró el dato más alto, pues casi, 64 por ciento de la población no reconoce religión alguna.

“Estos datos y los conflictos sociales existentes en las regiones donde se ubican estos municipios – señala el Inegi -, permiten decir que no se trata de ateísmo, sino de una deliberada negación de las creencias para evitar probables conflictos”.

Por otra parte, en las ciudades, como es el caso de Tuxtla Gutiérrez, el protestantismo se escinde en múltiples movimientos, destacando el reciente surgimiento de grupos “cristianos” entre las clases medias urbanas, como se les conoce popularmente a los movimientos carismáticos, neo - pentecostales o neo-evangélicos, seguidores de la Teología de la Prosperidad.

Este elevado número de personas que, en Chiapas, se declaran sin religión, es “preocupante” para la Iglesia Católica, y de acuerdo al documento sobre la Pluralidad Religiosa en Chiapa, presentado por el obispo Felipe Arizmendi en 2001, es a ellos “los que más deberíamos buscar, para ofrecerles –no para imponerles- la luz del Evangelio”.

Alto porcentaje que contrasta con el promedio a nivel nacional que es de 3.49 por ciento y con el de la mayoría de otras entidades, en donde el porcentaje de no creyentes es muy bajo; sólo tienen cifras altas Campeche, con 8.09 por ciento; Tabasco con 8.86 por ciento y Quintana Roo con 9.81 por ciento.

Al analizar los datos del Inegi, en torno al crecimiento del protestantismo en Chiapas, el doctor Jean Pierre Bastian, destacado investigador de la Universidad de Estrasburgo (Francia), dice que “llama la atención el crecimiento abrumador de evangélicos y de otras religiones que se esconden esencialmente bajo el ítem “ninguna”.

“Este ítem – advierte – no nos remite a un crecimiento del ateísmo en un estado predominantemente rural, pero más bien al temor que manifiestan los actores sociales en afirmar una identidad religiosa muchas veces perseguida”.



Pluralidad religiosa en Chiapas

En México hay ocho mil 963 asociaciones religiosas, registradas ante la Secretaría de Gobernación, de las cuales 423 señalaron su domicilio legal en Chiapas, pero hay otras iglesias que tienen una gran presencia religiosa en la entidad, aunque no tengan aquí su domicilio legal, señala Víctor Hugo Sánchez Zebadúa, subsecretario de Asuntos Religiosos del gobierno de Chiapas.

Es el caso de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (mormones) que tienen una presencia enorme en Chiapas (más de cinco mil adeptos) e, incluso, uno de sus principales templos está en Tuxtla Gutiérrez, pero su domicilio legal está en el Templo de la Ciudad de México. Lo mismo sucede con las Asambleas de Dios Pentecostés con centenares de templos en la entidad, y los Testigos de Jehová, que tiene 82 mil 646 seguidores, y su domicilio legal está en Texcoco.

Ante esta pluralidad religiosa, monseñor Fabio Martínez Castilla, arzobispo de Tuxtla Gutiérrez, expresa: “El pueblo de Chiapas tiene un fuerte sentido religioso. Es una tierra fértil en donde todo lo que siembras brota en lo religioso y por eso han proliferado muchos grupos religiosos”.

Monseñor Martínez Castilla es el primer arzobispo de Tuxtla, convertida en arquidiócesis por el Papa Benedicto XVI el 25 de noviembre de 2006, y junto con las diócesis de San Cristóbal y Tapachula, participa en la evangelización de Chiapas.

Los creyentes católicos chiapanecos, según el censo del INEGI del año 2 mil, suman 2 millones 796 mil personas y siguen representando la religión mayoritaria con el 64 por ciento del total, aunque se observa una tendencia descendente en los últimos 30 años.

Sin embargo, el descenso de católicos se ha frenado, asegura el Arzobispo Martínez Casillas. De 1970 a 1980, dejaron el catolicismo el 14.3 por ciento de la población. De 1980 a 1990, el 9.3 por ciento. En cambio, de 1990 al 2000, sólo el 3.44 por ciento.

“Esto no nos consuela ni nos deja pasivo – señalaba monseñor Felipe Arizmendi, cuando ocupaba la diócesis de San Cristóbal -, pero es señal de que se han hecho esfuerzos por mejorar la evangelización, sobre todo del laicado, de catequistas, de diáconos permanentes y de otros servidores”.

El arzobispo Martínez Castilla, por su parte, expresa: “En Chiapas hay muchos grupos religiosos, eso es una gran verdad, pero no que la iglesia católica hoy este disminuyendo. Eso se paró. En un tiempo sí disminuyo mucho; fue evidentemente, eso no hay que negarlo. Sobre todo, que no solamente hubo un descuido en atención de parte de la iglesia católica sino también una influencia del extranjero, de otros grupos y que en este descuido se aprovecharon”.



Sin embargo, ahora la iglesia católica se está fortaleciendo. “Se fortalece, aunque si usamos como termómetro los números podemos equivocarnos, sino que se fortalece en cuanto a caridad, presencia ante todo de ayuda y que está con el pueblo”.

Frente a las cifras estadísticas del INEGI que muestran un notable incremento de las iglesias protestantes, cuyas tasas de crecimiento pasaron de 4.8 por ciento en 1970 a 22.59 en el año dos mil, monseñor Martínez señala que se está avanzando en el ecumenismo, para “respetar y colaborar en asuntos del bien común” con los hermanos que profesan otra religión.

“Una de las grandes riquezas – expresa - es el Consejo Interreligioso de Chiapas en donde vamos caminando con esperanza de que todos los que creemos en Dios lleguemos a vivir como verdaderos hermanos”.

De las religiones protestantes históricas en Chiapas destacan los bautistas y presbiterianos; particularmente esta última, pues la entidad alberga 46 por ciento de los presbiterianos del país. Los Adventistas del Séptimo Día constituyen 35.6 por ciento de los fieles que está iglesia tiene en el país.

El protestantismo se desarrolló en México a partir de la segunda mitad del siglo XIX; como resultado de las leyes de Reforma, entre 1855 y 1863, principalmente en el gobierno de Benito Juárez que expidió la Ley sobre Libertad de Cultos (1860). Así la religión católica dejó de ser la única permitida y se permitió que cada persona fuera libre de practicar el culto que deseara.

Sin embargo, no fue sino hasta principios del siglo veinte que “el evangelio entró a Chiapas por Guatemala”, afirma el pastor Mario Gabriel Rojas Sarabia, historiador de las religiones en Chiapas. De entrada, hace una observación: “Una cosa es ser protestante, otra ser evangélico, otra ser carismático y otra ser cristiano, como se conoce popularmente a los neo evangélicos, seguidores de la Teología del Bienestar”.



El pastor Rojas narra la historia de dos mujeres protestantes, Antonia y Hercilia Marroquín, madre e hija respetivamente, que, huyendo del acoso de un militar centroamericano, llegaron con la Biblia bajo el brazo a Mazapa, ubicado en la sierra madre de Chiapas, frontera con Guatemala. Allí encontraron refugio y evangelizaron al presidente municipal Pablo de la Cruz y a su familia.

Más tarde, procedente de Tabasco, llegaría José Coffin Sánchez, que en 1920 se convertiría en el primer pastor de la Iglesia Presbiteriana Nacional de Tapachula. Actualmente, la iglesia presbiteriana es la institución protestante (entre bautistas y metodistas) más importante de México, destacando el núcleo de Chiapas con más de 250 mil fieles.


Teología de la Prosperidad

En los últimos años, en el contexto de la proliferación de credos religiosos, en las urbanas de Chiapas, como la capital Tuxtla Gutiérrez, hay un surgimiento muy fuerte de corte neo–pentecostal o neo-carismático, cuyos adeptos, pertenecientes en su mayoría a la clase media, se autodenominan “cristianos” y son seguidores de la Teología de la Prosperidad.

La Teología de la Prosperidad es el nombre más conocido de una corriente religiosa neo–pentecostal evangélica cuyo núcleo es la convicción de que Dios quiere que sus fieles tengan una vida próspera, es decir, que sean económicamente ricos, físicamente sanos e individualmente felices.

En palabras del pastor Reynaú Omán Santiago Marroquín, esta nueva corriente religiosa “se basa en la teoría de la retribución: Si tu das, recibes más y si dejas de dar, cae sobre ti la condenación”.

El movimiento carismático surge en Estados Unidos durante la década de 1960 y desde allí se extiende hacia América Latina, como respuesta a la Teología de la Liberación, y se crece a partir de rupturas con las iglesias evangélicas, pentecostales, metodistas, presbiterianas, episcopales, luteranas y católicas. Ejemplo de este movimiento en nuestro país es el Centro Cristiano Calacoaya, establecido en 1981 en el Estado de México.

A diferencia de las iglesias históricas, principalmente las presbiterianas que tienen una liturgia solemne, los movimientos neo-pentecostales son efusivos y plantean una renovación con énfasis en los dones espirituales como sanación y profetismo, además de lenguas.

“Generalmente, cuando le preguntas a uno de estos hermanos a qué movimiento pertenece, dice: soy cristiano. Pero cristianos somos todos los que creemos en Cristo. Entonces cristiano es un católico, igual que un presbiteriano, un pentecostés o un bautista, porque pertenecemos a iglesias cristocéntricas”, señala el pastor Gabriel Rojas.

A su vez, el arzobispo católico Martínez Castilla, expresa: “Todos los grupos religiosos debemos cuidarnos de no aprovecharnos de la fragilidad de la gente ante su pobreza para hacerlos nuestros partidarios; creo que debemos de buscar el desarrollo integral de nuestro pueblo con un sentido religioso; dicho de otra manera, en tierra fértil lo que siembras sale”.


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