Las mujeres tzotziles de Larráinzar exhiben su gran talento, sabiduría, los conocimientos que les han sido heredados de generación en generación; sus manos trabajadoras, sus capacidades, sus habilidades, la comunión entre hermanas, para mostrar al mundo una variedad de cien productos textiles, aunque se enfrentan a la exclusión, no tienen financiamiento de ninguna institución pública o privada.
Doña Victoria Díaz Díaz cuenta que ellas mismas forman su propio fondo revolvente, aunque las bajas ventas les complica sus procesos de producción; quien más les compra es el turismo, sin embargo, sus prendas son adquiridas a un 80 por ciento de lo que debería ser su valor justo; a pesar de ello, quienes se interesan aún les preguntan: “¿cuánto es lo menos?”.
Entre su gran producción destaca el telar de cintura elaborado a base de hilo, que les lleva un tiempo de cinco y hasta nueve meses para su elaboración y al final el producto acabado tiene un precio al mercado de 15 mil pesos, aunque debería alcanzar los 20 mil pesos; “siempre se va a pagar un valor menor al real, y que equivale a un trato no justo al esfuerzo de las mujeres”, dijo.
VUELTAS DE HILO
Victoria Díaz aprendió la textilería de sus abuelas, de su mamá, de sus tías, de sus hermanas y compañeras de trabajo. En el patio de su casa en Larráinzar se ata su telar de 30 o 40 centímetros de ancho a un árbol o a un poste, luego lo ciñe en su cintura, para enseguida –como ella dice–, se entretejen los hijos en vueltas, se aprietan, hasta dejar un tamaño de un metro y medio o dos. El esfuerzo es cansado, cuenta, pero afirma que es lo que más le gusta.
Mientras sus compañeras y hermanas la observan y le ayudan a responder la entrevista, cuenta que del valor de su prenda forman su capital revolvente para seguir invirtiendo en la compra de hilos de algodón; han de ser de varios colores, agujas, tijeras, palos cortos de un metro para la urdimbre, y sostiene que es un orgullo para ellas el que no tengan financiamiento de las instituciones.
Durante una exposición en el Congreso del Estado, Victoria Díaz y sus hermanas mostraron su sabiduría con la producción de telares de cintura, servilletas, caminos de mesa, huipiles, rebosos, cosmetiqueras, portalápiz, bolsas, vestidos para niñas, redes, telares para colgar y llaveros.
De los productos que mostraron, los de 300 pesos debería pagarse 400 pesos. Para elaborar un cojín les lleva 15 días, el huipil de lana lleva tres meses para su elaboración y vale 10 mil pesos, aunque insiste que debería pagarse más, al menos 15 mil pesos; los manteles que valen 15 mil pesos requieren de al menos cinco meses para su elaboración; insiste que solo lo compran turistas, pero en los últimos meses ha bajado su estancia en Chiapas.