Les suena todo y se quedan donde sea. Los Tapachultecobus se mueren a diario sin que nadie rescate esta flota integrada en un principio por 56 unidades.
Los sofisticados carros, esos que el exgobernador Juan Sabines Guerrero puso en marcha y presumía funcionaban con biodiésel y eran climatizados, hoy se han convertido en chatarra oxidada, con cristales rotos donde con los aguaceros el pasajero viaja con gotera incluida.
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Hasta ahora dos de estos vehículos se han quemado por cortocircuitos en el sistema eléctrico y motor según peritajes realizados por bomberos que atendieron los incidentes, ocurridos el 5 de marzo de 2016 y el 14 de abril de este año, frente a plaza Galerías.
El Wifi del Internet ya no existe, el sistema de aire acondicionado tampoco funciona, las lámparas fueron arrancadas y solo quedan los cables o conductos en sus techos sin tapa, mientras los asientos se tambalean con el brusco movimiento e inercia de pesado automotor.
Diario del Sur intentó dialogar con el presidente del consejo de administración a cargo de Emilio Orduña, pero la respuesta fue que por la pandemia no se podía hacer comentarios del Tapachultecobus. “Estamos trabajando según el decreto, sólo podríamos comentar eso por el momento, pasando esto con gusto”, señala.
Pero no hubo más que visitar el predio donde guardan los camiones, a un costado de la Plaza Cafeto para ver de cerca su situación.
En el terreno enmontado se puede observar 14 carros varados al mediodía, cuando deberían de estar en las rutas que aún operan en la localidad: Laureles-Centro y Cafetales-Centro.
Ahí un hombre que lleva el control de ingresos y salidas de los camiones, y el arribo de los choferes, pero de la nada, un hombre con franela en mano y un radio advierte la presencia del reportero, por lo que hay que retirarse.
Sin duda los 41 camiones que deberían operar serían útiles a la ciudadanía, pero uno de los choferes que habla con Diario del Sur revela que solo 20 unidades funcionan.
“Esos camiones que están ahí son pocos. Hay más unidades descompuestas que no se ven a simple vista, están escondidas. Otras simplemente desaparecieron del encierro, están muy amolados y no les dan mantenimiento, a cada rato tenemos problemas con los camiones”, reveló.
¿A dónde para el dinero que recaban los conductores? Nadie lo sabe, pero es evidente que no en mantenimiento de estas unidades.
“VIAJE BAJO SU PROPIO RIESGO”
La Secretaría de Salud ha emitido los sitios de mayor riesgo a contagio Covid-19. El Tapachultecobus es potencial espacio para contraer el virus.
Aquí nadie exige el cubrebocas, mientras algunos ciudadanos inconscientes viajen sin él. Tampoco se aplica gel antibacterial o sanitizante para proteger al viajero, mientras la sana distancia tampoco no se respeta. Sólo una hoja de tamaño oficio con la leyenda a media tinta cita que es requisito el uso de cubrebocas.
/JO