El Adviento, cuyo significado en latín es "venida", da inicio al año litúrgico cristiano y marca un periodo de 22 a 28 días destinados a la preparación espiritual para la celebración del nacimiento de Cristo. Este tiempo, que abarca los cuatro domingos más cercanos a la solemnidad de la Natividad, es considerado por los fieles cristianos como un periodo de oración, reflexión y espera vigilante, impregnado de esperanza, arrepentimiento, perdón y alegría.
La Iglesia ortodoxa, de manera particular, observa un ayuno estricto conocido como el ayuno de la Natividad durante el Adviento, marcando una abstinencia rigurosa de ciertos alimentos, en especial en la Iglesia ortodoxa copta.
Durante el Adviento, es común encontrar en iglesias y hogares la presencia de la corona de Adviento. Esta tradición, originaria del luteranismo pero adoptada por diversas confesiones cristianas.
Aunque el Adviento antecede inmediatamente al tiempo de Navidad, su propósito espiritual se centra en la preparación del creyente para la segunda venida de Cristo y el encuentro definitivo con Dios, según la escatología cristiana.
El color litúrgico que predomina durante este tiempo es el morado, simbolizando la penitencia y preparación espiritual.
Historia del Adviento
La liturgia del Adviento cristiano comenzó a desarrollarse en Galia e Hispania a finales del siglo IV y durante el siglo V, como una preparación ascética para la celebración de la Navidad. Este preludio del nacimiento de Cristo, con una duración inicial de tres semanas, coincidía con la preparación de los bautismos administrados durante la festividad de la Epifanía.
Hilario de Poitiers, doctor de la Iglesia en el siglo IV, alentó a los fieles en la Galia a prepararse para el Adviento del Señor con tres semanas de prácticas ascéticas y penitenciales. En el siglo V, se practicó la llamada "cuaresma de San Martín", iniciada el 11 de noviembre, vinculando este período con la práctica del amor al prójimo, especialmente hacia peregrinos, viudas y pobres.
Corona de Adviento: Símbolo de Esperanza y Luz
La corona de Adviento, una práctica originaria del luteranismo y adoptada por diversas confesiones cristianas, es un conjunto de ramas verdes dispuestas en círculo, con cuatro velas en la periferia, tres moradas y una rosa. Cada vela representa un domingo de Adviento, encendiéndose sucesivamente, junto con la lectura de pasajes bíblicos o plegarias.
Este símbolo lleva consigo una rica tradición y simbolismo. El círculo representa el ciclo eterno de las estaciones, las ramas perennes simbolizan la inmortalidad, y la luz identifica el espíritu y la fuerza de la vida persistente, incluso en medio de los días cortos y el frío característicos del Hemisferio Norte durante el Adviento.
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Las velas, con asignaciones de virtudes a mejorar cada semana, ofrecen una oportunidad para la reflexión y el crecimiento espiritual. Las reuniones familiares o comunitarias alrededor de la corona durante los domingos de Adviento incluyen lecturas bíblicas y meditaciones, a veces seguidas por la bendición de la corona por parte de un sacerdote.
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