Doña María Antonieta, tía toñita" es originaria de la comunidad Peje de Oro del municipio de Ocozocoautla, se ubica entre este municipio y Cintalapa, tiene 88 años de edad, dice que tiene hijos pero prefiere no hablar de ellos ya que uno perdió la vida, tampoco habla de su propia vida, se inconforma porque le han dicho que sale a pedir limosna, lo que no es cierto, su amor es el trabajo, está llena de vida, de fuerzas y de vigor.
Es una mujer muy hermosa, de cabellera blanca, viaja desde su localidad hasta el boulevard Belisario Domínguez esquina con Boulevard Los Laureles en un vehículo que llega a su comunidad vendiendo verduras y frutas que no le cobra, al llegar ya la espera un taxi que tampoco le cobra para trasladarla a su centro de trabajo en el Boulevard Los Laureles, entre calles Amarantos y Azalea.
Lee más: Macario, abuelito que se dedica a poner placas para ganarse la vida
El taxista baja su reja con los frascos de chile, su primera actividad antes de vender es ponerse de rodillas y orar a Dios por el nuevo día, por permitirle la vida, su trabajo, por el viaje sin pagar, por los clientes que habrá de encontrar, el primero de este día le llevó productos por 600 pesos.
Su negocio es la venta de chile curtido, chile habanero, chile blanco, chile verde, en frascos de 600 gramos cada uno cuesta 100 pesos, compra el insumo, chile, limón, frascos y bolsas blancas y negras en las que despacha su producto, de una manera muy peculiar siendo feliz; a sus 88 años dice que es la mujer más feliz, bendice a los que pasan en sus autos por esa vialidad, a los que le dicen adiós, a los que le mandan bendiciones.
Invita al público a que le compren su producto, lo trae de su comunidad en una reja, empaquetado, al menos unos 30 frascos, al llegar a su sitio de trabajo en la capital levanta sus manos al cielo, cree que le irá muy bien puesto que no viene a la capital todos los días.
Parece que tuviera menos de 88 años de edad, usa huaraches de color negro, una blusa de color negro con puntos blancos, una falda de fondo negro con flores de color café claro, un delantal de cuatros rojo en la cintura, dice que su producto es el mejor de la capital e invita al pueblo a comprarle, durante el día sus palabras que repite es gracias, gracias mi Dios, gracias mi amor, gracias a la gente que me quiere, me respeta y me ama.
A los puentes de un árbol de flamboyán también llora, las razones dice son muchas, por la gente que la critica, que la acusan de venir a la capital a pedir limosna y aunque les explica que su trabajo es lícito que lo ama y vive felizmente de él, no le creen y sobre todo porque dice que la han hecho famosa los medios de comunicación, dónde ya no desea salir.
Sus clientes ya la conocen puesto que hay quienes se paran solo para saludarla, "tía Dios la bendiga, tía se cuida, tía con precauciones" y es que en el boulevard Los Laureles hay una gran afluencia de vehículos, a casi 200 metros otra vialidad de gran movilidad, el boulevard Belisario Domínguez; goza de ser lo que es y amar lo que hace, es una mujer católica, cree en el Dios Padre, Dios hijo, Dios Espíritu Santo y en María, dice, la más grande de las mujeres, por quién se vive, a quien es llama mis amores.
Ya no quiere hablar mucho para medios de comunicación, dice que muchos sin pedirle su consentimiento le han publicado, dice que algunas publicaciones le han hecho daño, los perdona pero no está de acuerdo, dice que no se ocupa en pensar de los días festivos que existen, del abuelo, de las madres, y otros, solo cree en el día del trabajo, que para ella son todos los días, no está de acuerdo en pedir que le regalen, sino en trabajar, hacer el bien y con ello Dios multiplicará sus ingresos.