/ jueves 3 de marzo de 2022

Gilberto Santa Rosa defiende el romanticismo en la música

Gilberto Santa Rosa, el Caballero de la salsa, asegura que la vida ya es muy pesada como para que la música sea política; prepara conciertos en México

Es difícil saber qué se quiere en la vida cuando se tiene 14 años. A esa edad, Gilberto Santa Rosa ya había tomado conciencia de que estaba inmerso en los inicios de una carrera profesional como cantante de música tropical.

Con la pubertad en su apogeo, el joven Gilberto ya tocaba con algunos de los que ya eran o serían los mejores músicos e intérpretes de salsa de la época, como Elías López, René Hernández, Manolito González, Frankie Ruiz, Eddie Santiago, Willie Rosario, Tommy Olivencia y Marco Ortiz.

Actuaba en los hoteles de Puerto Rico, donde las orquestas de salsa —ese género que años antes sólo se conocía como rumba o música popular— ponían ritmo sincopado a una época de Guerra Fría en la que Latinoamérica era, también, campo de batalla, aunque sea simbólico: la salsa —de la mano de Rubén Blades, Willie Colón, Héctor Lavoe y tantos otros— como medio político y social.

Sin embargo, Gilberto Santa Rosa y buena parte de su generación no continuó aquella tradición de protesta social. En su lugar, el Caballero de la Salsa arropó el romanticismo, que no abandona tras más de 45 años de carrera artística.

“Rubén Blades cambió la tónica de lo que se cantaba. Duró un tiempo esa tendencia de la salsa al tema social. Luego otros artistas siguieron esa línea. Pero actualmente ya no se encuentra en muchos proyectos. Lo que ahora predomina es lo romántico y la fiesta. La parte social y política quedó rezagada. Hoy la vida es muy pesada como para que el público esté pendiente de temas políticos y sociales en la música que escucha. Y con ello me refiero a la música popular en general, no sólo a la salsa”, asegura Gilberto Santa Rosa en entrevista con El Sol de México.

Con más de 30 discos como solista, un Premio Grammy, cinco Latin Grammy y hasta un Record Guinness por la mayor cantidad de álbumes número uno en el mundo, el cantante puertorriqueño se siente fresco y renovado para los conciertos que dará en México.

El 31 de marzo se presentará en el Auditorio Pabellón M de Monterrey y el 1 de abril en el Auditorio Nacional de la Ciudad de México.

Foto: @gilbertoSR

Aunque reconoce que la salsa ya no tiene el mismo nivel de exposición mediática que hace 30 o 40 años, apunta que se trata de un género que ha ampliado su radiación.

“Antes el mercado de la salsa era bastante limitado; ahora yo tengo noticia de que la salsa está en muchos lados. Nunca imaginamos que la salsa podía llegar hasta allá”, dice Santa Rosa.

“Como no tenemos la presencia en medios ni el protagonismo que teníamos en los 70, 80 o 90, quizá la gente piensa que es un género que está en problemas, pero tenemos una fortaleza interesante. Además, la salsa tiene más taller que otros géneros, tiene una generación relevo que está haciendo salsa muy interesante en todos los lugares de Latinoamérica”, agrega.

El gran reto, asume, es encontrar la forma de llegar a las nuevas generaciones, porque a veces los músicos se enfocan más en complacer a sus maestros o sus ídolos, cuando en realidad deben enfocarse en la gente a la que quieren llegar, porque es con la que están creciendo. “(Los jóvenes músicos) deben enamorarse de la generación a la que pertenecen”, afirma.

Aunque admite que ha llegado a un nivel satisfactorio de madurez artística, recuerda con nostalgia sus inicios como cantante. “Lo primero que atesora uno es que no tienes la preocupación de nada más que no sea hacer música. Sólo eres tú y el deseo de hacerla. Cantaba en la escuela, en la iglesia, en donde se pudiera. No había ninguna estrategia, regla o itinerario. Nada de eso. Sólo cantar. Era más inocente”, rememora.

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Santa Rosa reconoce que una de las etapas más aleccionadoras fue en 1986, cuando decidió convertirse en solista tras una década de haber trabajado con orquestas, como los Puerto Rico All Stars.

“(Arrancar una carrera en solitario) me trajo muchos problemas, los músicos creian que estaba siendo discriminatorio, que quería aprovecharme de ellos. Fue la primera vez que me di cuenta lo complicado que era esto, porque se formó una controversia, se formaron bandos y opiniones. Aprendí que era mejor callarse la boca y seguir adelante”, concluye.



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Disponible en: Acast, Spotify, Apple Podcasts, Google Podcasts, Deezer y Amazon Music

Es difícil saber qué se quiere en la vida cuando se tiene 14 años. A esa edad, Gilberto Santa Rosa ya había tomado conciencia de que estaba inmerso en los inicios de una carrera profesional como cantante de música tropical.

Con la pubertad en su apogeo, el joven Gilberto ya tocaba con algunos de los que ya eran o serían los mejores músicos e intérpretes de salsa de la época, como Elías López, René Hernández, Manolito González, Frankie Ruiz, Eddie Santiago, Willie Rosario, Tommy Olivencia y Marco Ortiz.

Actuaba en los hoteles de Puerto Rico, donde las orquestas de salsa —ese género que años antes sólo se conocía como rumba o música popular— ponían ritmo sincopado a una época de Guerra Fría en la que Latinoamérica era, también, campo de batalla, aunque sea simbólico: la salsa —de la mano de Rubén Blades, Willie Colón, Héctor Lavoe y tantos otros— como medio político y social.

Sin embargo, Gilberto Santa Rosa y buena parte de su generación no continuó aquella tradición de protesta social. En su lugar, el Caballero de la Salsa arropó el romanticismo, que no abandona tras más de 45 años de carrera artística.

“Rubén Blades cambió la tónica de lo que se cantaba. Duró un tiempo esa tendencia de la salsa al tema social. Luego otros artistas siguieron esa línea. Pero actualmente ya no se encuentra en muchos proyectos. Lo que ahora predomina es lo romántico y la fiesta. La parte social y política quedó rezagada. Hoy la vida es muy pesada como para que el público esté pendiente de temas políticos y sociales en la música que escucha. Y con ello me refiero a la música popular en general, no sólo a la salsa”, asegura Gilberto Santa Rosa en entrevista con El Sol de México.

Con más de 30 discos como solista, un Premio Grammy, cinco Latin Grammy y hasta un Record Guinness por la mayor cantidad de álbumes número uno en el mundo, el cantante puertorriqueño se siente fresco y renovado para los conciertos que dará en México.

El 31 de marzo se presentará en el Auditorio Pabellón M de Monterrey y el 1 de abril en el Auditorio Nacional de la Ciudad de México.

Foto: @gilbertoSR

Aunque reconoce que la salsa ya no tiene el mismo nivel de exposición mediática que hace 30 o 40 años, apunta que se trata de un género que ha ampliado su radiación.

“Antes el mercado de la salsa era bastante limitado; ahora yo tengo noticia de que la salsa está en muchos lados. Nunca imaginamos que la salsa podía llegar hasta allá”, dice Santa Rosa.

“Como no tenemos la presencia en medios ni el protagonismo que teníamos en los 70, 80 o 90, quizá la gente piensa que es un género que está en problemas, pero tenemos una fortaleza interesante. Además, la salsa tiene más taller que otros géneros, tiene una generación relevo que está haciendo salsa muy interesante en todos los lugares de Latinoamérica”, agrega.

El gran reto, asume, es encontrar la forma de llegar a las nuevas generaciones, porque a veces los músicos se enfocan más en complacer a sus maestros o sus ídolos, cuando en realidad deben enfocarse en la gente a la que quieren llegar, porque es con la que están creciendo. “(Los jóvenes músicos) deben enamorarse de la generación a la que pertenecen”, afirma.

Aunque admite que ha llegado a un nivel satisfactorio de madurez artística, recuerda con nostalgia sus inicios como cantante. “Lo primero que atesora uno es que no tienes la preocupación de nada más que no sea hacer música. Sólo eres tú y el deseo de hacerla. Cantaba en la escuela, en la iglesia, en donde se pudiera. No había ninguna estrategia, regla o itinerario. Nada de eso. Sólo cantar. Era más inocente”, rememora.

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Santa Rosa reconoce que una de las etapas más aleccionadoras fue en 1986, cuando decidió convertirse en solista tras una década de haber trabajado con orquestas, como los Puerto Rico All Stars.

“(Arrancar una carrera en solitario) me trajo muchos problemas, los músicos creian que estaba siendo discriminatorio, que quería aprovecharme de ellos. Fue la primera vez que me di cuenta lo complicado que era esto, porque se formó una controversia, se formaron bandos y opiniones. Aprendí que era mejor callarse la boca y seguir adelante”, concluye.



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