/ domingo 27 de mayo de 2018

La última moda en relajación: yoga con cabras

Luego del bikram, las practicas sobre tablas de paddle surf, el aéreo, con cerveza,
a ritmo de metal, nudista o con perros, llega la nueva tendencia en auge en Estados Unidos: goat yoga

Los fuertes balidos no parecen molestar a los alumnos de yoga. También se toman con tranquilidad que les mordisqueen el pelo y los dedos de los pies. Nadie se altera cuando estas yoguis de cuatro patas hacen sus necesidades sobre la colchoneta.

Bienvenidos al goat yoga (yoga con cabras) en la bahía de Half Moon, situada a unos 30 kilómetros de San Francisco y Silicon Valley, en California. Un total de 25 participantes, la mayoría mujeres, comparten un luminoso granero con 15 cabras enanas africanas. Las esterillas de yoga están extendidas sobre una suave capa de heno.

”Es mi primera vez”, dice el californiano Shawn O’Brien con un guiño. ”Sí que era algo escéptico”, admite este asesor técnico de 42 años mientras sostiene en sus brazos a un bebé de cabra blanco y le acaricia el lomo.

Foto: DPA

Emma Stanier, de 36 años, se balancea en la postura del guerrero con una cabra en los brazos. Su cara irradia felicidad. Durante su viaje por Estados Unidos quería probar a toda costa la nueva moda en yoga con su marido, cuenta. “Nunca hubiera pensado que me reiría tanto y sentiría tanto amor al hacer mimos a una cabra”, dice. “Los animales son la mejor medicina”, añade.

Diversión y relajación

Variantes locas del yoga hay en todo el mundo: yoga sobre tablas para practicar paddle surf, bikram yoga, yoga aéreo, yoga con cerveza, yoga a ritmo de música metal, yoga nudista o yoga con perros.

El yoga con cabras está en auge en Estados Unidos, de Texas a Arizona. En el verano de 2016, Lainey Morse, propietaria de la granja ”No Regrets” (sin arrepentimiento) en el estado de Oregón, juntó por primera vez en una pradera a alumnos de yoga y cabras enanas africanas. Morse, que sufre una enfermedad autoinmune, confía en el efecto terapéutico de los pequeños ungulados, que se dejan acariciar con gusto.

La actriz de X-Men, Rebecca Romijn, que ha sido una de sus alumnas, ha hablado maravillas de su experiencia con las cabras en sus entrevistas.

Foto: DPA

”Al principio pensé que era una broma”, cuenta Bob Lemos, que desde abril ofrece goat yoga en su granja que cuenta con un zoo para acariciar animales cerca de San Francisco.

Las clases de los sábados están prácticamente agotadas y los clicks en su página web se multiplican. Lemos cuenta que incluso le llegan solicitudes para organizar eventos de empresa desde Silicon Valley.

¿Cómo reaccionan al yoga sus cabras enanas africanas, acostumbradas a ser acariciadas por los visitantes del zoo? “Se divierten”, asegura este hombre de 62 años. “Como niños pequeños que se desfogan, trepan y lo exploran todo”, añade.

La alumna de yoga Cherish Petlansky lo experimenta en carne propia . Mientras se estira en la postura del gato y la vaca una de las cabras se sube a su espalda. “Me mordisquean, saltan y balan en mi oído”, cuenta entre risas esta joven de 17 años.

Las cabras se mezclan curiosas entre los participantes. Algunos animales se arriman relajados, otros comen pienso de la mano, algunos hacen sus necesidades sobre la esterilla. Un ayudante acude enseguida con papel de cocina y una pala.

Foto: DPA

“Con las cabras siempre hay un efecto sorpresa, hay que vivir el momento y mantenerse muy tranquilo”, explica la profesora Amber Ricchetti. “Hay que contraer los músculos y mantener estable el propio cuerpo para compensar el peso de las cabras”, aconseja a los alumnos.

Para Ricchetti las cabras son las ayudantes ideales para la práctica del yoga porque son “absolutamente cariñosas” pero no son animales domésticos como los perros y los gatos con los que uno está familiarizado. “No suele ser habitual abrazar a una cabra”, bromea.

Precisamente esto puede convertirse también en un problema. Recientemente, la autoridad sanitaria de Nueva York prohibió los cursos de yoga con cabras en la ciudad después de que un proveedor quisiera organizarlos durante algunas semanas en Brooklyn. No se pudo otorgar el permiso porque “prohibimos el contacto directo con determinados animales”, objetó la Administración.

Bob Lemos también ha recibido peticiones para llevar a sus cabras a San Francisco, pero él apuesta por el granero de su granja. Los habitantes de la ciudad no deben temer el contacto con estos animales, asegura el californiano. “No son nada agresivos, no muerden, como mucho mordisquean un poco”, asegura. Él, sin embargo, se mantiene apartado del yoga. “No tengo ni idea de cómo funciona”, ríe. “Pero me gusta observar a mis cabras.”

Foto: DPA

Los fuertes balidos no parecen molestar a los alumnos de yoga. También se toman con tranquilidad que les mordisqueen el pelo y los dedos de los pies. Nadie se altera cuando estas yoguis de cuatro patas hacen sus necesidades sobre la colchoneta.

Bienvenidos al goat yoga (yoga con cabras) en la bahía de Half Moon, situada a unos 30 kilómetros de San Francisco y Silicon Valley, en California. Un total de 25 participantes, la mayoría mujeres, comparten un luminoso granero con 15 cabras enanas africanas. Las esterillas de yoga están extendidas sobre una suave capa de heno.

”Es mi primera vez”, dice el californiano Shawn O’Brien con un guiño. ”Sí que era algo escéptico”, admite este asesor técnico de 42 años mientras sostiene en sus brazos a un bebé de cabra blanco y le acaricia el lomo.

Foto: DPA

Emma Stanier, de 36 años, se balancea en la postura del guerrero con una cabra en los brazos. Su cara irradia felicidad. Durante su viaje por Estados Unidos quería probar a toda costa la nueva moda en yoga con su marido, cuenta. “Nunca hubiera pensado que me reiría tanto y sentiría tanto amor al hacer mimos a una cabra”, dice. “Los animales son la mejor medicina”, añade.

Diversión y relajación

Variantes locas del yoga hay en todo el mundo: yoga sobre tablas para practicar paddle surf, bikram yoga, yoga aéreo, yoga con cerveza, yoga a ritmo de música metal, yoga nudista o yoga con perros.

El yoga con cabras está en auge en Estados Unidos, de Texas a Arizona. En el verano de 2016, Lainey Morse, propietaria de la granja ”No Regrets” (sin arrepentimiento) en el estado de Oregón, juntó por primera vez en una pradera a alumnos de yoga y cabras enanas africanas. Morse, que sufre una enfermedad autoinmune, confía en el efecto terapéutico de los pequeños ungulados, que se dejan acariciar con gusto.

La actriz de X-Men, Rebecca Romijn, que ha sido una de sus alumnas, ha hablado maravillas de su experiencia con las cabras en sus entrevistas.

Foto: DPA

”Al principio pensé que era una broma”, cuenta Bob Lemos, que desde abril ofrece goat yoga en su granja que cuenta con un zoo para acariciar animales cerca de San Francisco.

Las clases de los sábados están prácticamente agotadas y los clicks en su página web se multiplican. Lemos cuenta que incluso le llegan solicitudes para organizar eventos de empresa desde Silicon Valley.

¿Cómo reaccionan al yoga sus cabras enanas africanas, acostumbradas a ser acariciadas por los visitantes del zoo? “Se divierten”, asegura este hombre de 62 años. “Como niños pequeños que se desfogan, trepan y lo exploran todo”, añade.

La alumna de yoga Cherish Petlansky lo experimenta en carne propia . Mientras se estira en la postura del gato y la vaca una de las cabras se sube a su espalda. “Me mordisquean, saltan y balan en mi oído”, cuenta entre risas esta joven de 17 años.

Las cabras se mezclan curiosas entre los participantes. Algunos animales se arriman relajados, otros comen pienso de la mano, algunos hacen sus necesidades sobre la esterilla. Un ayudante acude enseguida con papel de cocina y una pala.

Foto: DPA

“Con las cabras siempre hay un efecto sorpresa, hay que vivir el momento y mantenerse muy tranquilo”, explica la profesora Amber Ricchetti. “Hay que contraer los músculos y mantener estable el propio cuerpo para compensar el peso de las cabras”, aconseja a los alumnos.

Para Ricchetti las cabras son las ayudantes ideales para la práctica del yoga porque son “absolutamente cariñosas” pero no son animales domésticos como los perros y los gatos con los que uno está familiarizado. “No suele ser habitual abrazar a una cabra”, bromea.

Precisamente esto puede convertirse también en un problema. Recientemente, la autoridad sanitaria de Nueva York prohibió los cursos de yoga con cabras en la ciudad después de que un proveedor quisiera organizarlos durante algunas semanas en Brooklyn. No se pudo otorgar el permiso porque “prohibimos el contacto directo con determinados animales”, objetó la Administración.

Bob Lemos también ha recibido peticiones para llevar a sus cabras a San Francisco, pero él apuesta por el granero de su granja. Los habitantes de la ciudad no deben temer el contacto con estos animales, asegura el californiano. “No son nada agresivos, no muerden, como mucho mordisquean un poco”, asegura. Él, sin embargo, se mantiene apartado del yoga. “No tengo ni idea de cómo funciona”, ríe. “Pero me gusta observar a mis cabras.”

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