En el trasfondo de la Navidad y sus variadas formas de celebración, emerge el término "Yule" como un vínculo intrigante con la festividad que conocemos hoy en día. El Yule, originario de las tierras nórdicas, se destaca especialmente en relación con San Nicolás y sus misteriosos ayudantes. Para aquellos que no estén familiarizados con esta festividad nórdica, a continuación se ofrece una explicación de qué es el Yule y cómo se relaciona con la Navidad.
Aunque la celebración de la Navidad ahora abarca el mundo entero con sus festividades y significados, es importante señalar que mucho antes del nacimiento de Cristo, los pueblos nórdicos y romanos ya celebraban eventos que conmemoraban la victoria de la luz sobre la oscuridad y de la vida sobre la muerte. Dos festivales notables en este contexto son el Yule y la Saturnalia.
El Yule, una celebración arraigada en la mitología germana y el paganismo asociado con el solsticio de invierno, originalmente se llevaba a cabo durante 12 días, del 21 de diciembre al 1 de enero. En la actualidad, el Yule se celebra del 25 de diciembre al 5 de enero, conocido como los "12 Días de Navidad" o "Christmastide". Esta fusión de festividades concluye con la llegada de los Reyes Magos en países como el Reino Unido.
Durante el Yule, los vikingos conmemoraban el triunfo de la vida sobre la muerte, iniciando con la noche más larga del año. Las reuniones frente al fuego en compañía de familiares y amigos marcaban el comienzo de esta festividad, donde se recordaba el año transcurrido y se rendía homenaje a los seres queridos fallecidos, al mismo tiempo que se expresaba gratitud por la continuación de la vida.
Una costumbre destacada durante el Yule era la colocación de un árbol en la casa, recordando el Yggdrasil, el gran fresno de la mitología nórdica que sostenía los nueve mundos del universo. Este árbol, también conocido como el "árbol de la vida", se convirtió en la base del árbol de Navidad actual.
Durante las festividades, se realizaban rituales y sacrificios en honor a los dioses para asegurar una cosecha próspera en el próximo año. La quema del tronco del Yule del año anterior durante 12 horas, con la dispersión de las cenizas en los campos de siembra, evolucionó con el tiempo en la tradición del pastel de tronco navideño.
La figura del Krampus, un ayudante demoníaco que castigaba a los niños malportados, también tiene sus raíces en el Yule. Además, la Joulupukki, o cabra del Yule, en Finlandia, se transformó en la figura de Papá Noel.
La conexión entre el Yule y la Navidad se evidencia en la evolución de ambas celebraciones durante el Imperio Romano. La Iglesia Católica adoptó elementos de estas festividades, coincidiendo con la esencia de la Navidad. El Yule nórdico, relacionado con la Modranicht (noche de las madres), celebrada el 24 de diciembre, también aportó elementos a la Navidad, honrando a figuras maternas de la mitología.
Otro festival que influyó en la Navidad fue la Saturnalia romana, dedicada al dios Saturno. Celebrada entre el 17 y el 23 de diciembre, la Saturnalia incluía banquetes, intercambios de regalos y festividades. La transición de estas festividades romanas al final del año contribuyó al desarrollo de la celebración de Fin de Año y el Año Nuevo.
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