/ miércoles 27 de abril de 2022

Eran prehispánicas osamentas halladas en Comalapa: INAH

De acuerdo al INAH luego de la denuncia que hace 10 años alertó a las autoridades de Chiapas de la presencia de restos humanos


De acuerdo al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) luego de la denuncia que hace 10 años alertó a las autoridades de Chiapas de la presencia de restos humanos en una cueva de la localidad de Carrizal, en Frontera Comalapa, hoy se sabe que dichas osamentas eran prehispánicas y corresponden a sujetos decapitados entre los años 900 y 1200 d. C.

Fue tras la alerta de las autoridades de la Procuraduría General del Estado de Chiapas, que los investigadores iniciaron el análisis de la osamenta en Tuxtla Gutiérrez y con la colaboración del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), se pudo determinar que eran prehispánicas.

Tras múltiples análisis hechos durante toda una década los antropólogos físicos del INAH, se han adentrado en un contexto funerario de aproximadamente mil años de antigüedad y teorizar incluso que existió un altar de cráneos o tzompantli, en la Cueva de Comalapa.


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Javier Montes de Paz, investigador del Centro INAH Chiapas, difundió los resultados preliminares de dicha investigación en una conferencia virtual, como parte de la campaña “Contigo en la distancia”, de la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, en la que señaló los factores que apoyan toda esta hipótesis.

Indicó que bien se han identificado huesos largos de fémur, tibias o radios, hasta ahora no se ha reconocido un solo entierro completo sino mayormente cráneos o fragmentos de estos, por lo que considera se trató de un contexto de numerosos individuos que fueron decapitados.

“Aún no tenemos el cálculo exacto de cuántos hay, dado que algunos están muy fragmentados, pero hasta el momento podemos hablar de aproximadamente 150 cráneos”, señaló el especialista al dar una síntesis de los trabajos de conservación preventiva, limpieza y catalogación aplicados en cada uno de ellos.



Montes de Paz también planteó la existencia de un tzompantli que es la evidencia de vestigios de varas de madera alineadas, de acuerdo con el registro levantado en la cueva por la entonces Procuraduría General del Estado de Chiapas, en 2012.

A decir del antropólogo el que los cráneos de Comalapa no tengan perforaciones en los parietales y temporales –como los del Huei tzompantli de Tenochtitlan–, se explica a partir del conocimiento sobre altares que usaban estructuras para fijar los cráneos sin llegar a perforarlos y “muchas de esas estructuras se hacían con madera, material que con el tiempo desapareció y pudo colapsar a todos los cráneos”, puntualizó.



Según arqueólogos del Centro INAH Chiapas, estos restos óseos de la Cueva de Comalapa tienen modificaciones craneales de tipo tabular erecta y que datan del Posclásico Temprano (900 y 1200 d.C.).

“Hemos reconocido los restos óseos de tres infantes, pero en su mayoría los huesos son de adultos y, hasta ahora, son más de mujeres que de hombres”, apuntó el investigador al destacar que una característica es que ninguno conserva los dientes.

Aunque todavía no se ha establecido si las piezas dentarias les fueron extraídas en vida o post mortem, los expertos reconocen precedentes de este tipo en Chiapas: la Cueva de las Banquetas, explorada en la década de 1980 por el INAH en el municipio de La Trinitaria, donde se recuperaron 124 cráneos que tampoco preservaban piezas dentales.



Otra es la Cueva Tapesco del Diablo, descubierta en 1993 por exploradores mexicanos y franceses en el municipio de Ocozocoautla. Ahí se descubrieron cinco cráneos con la particularidad de haber sido colocados sobre un tapesco (emparrillado) de madera.

Montes de Paz enfatizó la necesidad de continuar con las investigaciones en el conjunto, e inclusive realizar nuevas temporadas de campo en la Cueva de Comalapa y destacó la responsabilidad que la ciudadanía debe tener para respetar estos espacios que a menudo fueron usados para rituales, y apuntó que las visitas irregulares afectan al patrimonio arqueológico, a veces, de manera irreversible.

Finalmente indica que “El llamado es a que cuando las personas localicen algún contexto con probabilidad de ser arqueológico, eviten intervenirlo y lo notifiquen a las autoridades locales o directamente al INAH”.


De acuerdo al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) luego de la denuncia que hace 10 años alertó a las autoridades de Chiapas de la presencia de restos humanos en una cueva de la localidad de Carrizal, en Frontera Comalapa, hoy se sabe que dichas osamentas eran prehispánicas y corresponden a sujetos decapitados entre los años 900 y 1200 d. C.

Fue tras la alerta de las autoridades de la Procuraduría General del Estado de Chiapas, que los investigadores iniciaron el análisis de la osamenta en Tuxtla Gutiérrez y con la colaboración del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), se pudo determinar que eran prehispánicas.

Tras múltiples análisis hechos durante toda una década los antropólogos físicos del INAH, se han adentrado en un contexto funerario de aproximadamente mil años de antigüedad y teorizar incluso que existió un altar de cráneos o tzompantli, en la Cueva de Comalapa.


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Javier Montes de Paz, investigador del Centro INAH Chiapas, difundió los resultados preliminares de dicha investigación en una conferencia virtual, como parte de la campaña “Contigo en la distancia”, de la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, en la que señaló los factores que apoyan toda esta hipótesis.

Indicó que bien se han identificado huesos largos de fémur, tibias o radios, hasta ahora no se ha reconocido un solo entierro completo sino mayormente cráneos o fragmentos de estos, por lo que considera se trató de un contexto de numerosos individuos que fueron decapitados.

“Aún no tenemos el cálculo exacto de cuántos hay, dado que algunos están muy fragmentados, pero hasta el momento podemos hablar de aproximadamente 150 cráneos”, señaló el especialista al dar una síntesis de los trabajos de conservación preventiva, limpieza y catalogación aplicados en cada uno de ellos.



Montes de Paz también planteó la existencia de un tzompantli que es la evidencia de vestigios de varas de madera alineadas, de acuerdo con el registro levantado en la cueva por la entonces Procuraduría General del Estado de Chiapas, en 2012.

A decir del antropólogo el que los cráneos de Comalapa no tengan perforaciones en los parietales y temporales –como los del Huei tzompantli de Tenochtitlan–, se explica a partir del conocimiento sobre altares que usaban estructuras para fijar los cráneos sin llegar a perforarlos y “muchas de esas estructuras se hacían con madera, material que con el tiempo desapareció y pudo colapsar a todos los cráneos”, puntualizó.



Según arqueólogos del Centro INAH Chiapas, estos restos óseos de la Cueva de Comalapa tienen modificaciones craneales de tipo tabular erecta y que datan del Posclásico Temprano (900 y 1200 d.C.).

“Hemos reconocido los restos óseos de tres infantes, pero en su mayoría los huesos son de adultos y, hasta ahora, son más de mujeres que de hombres”, apuntó el investigador al destacar que una característica es que ninguno conserva los dientes.

Aunque todavía no se ha establecido si las piezas dentarias les fueron extraídas en vida o post mortem, los expertos reconocen precedentes de este tipo en Chiapas: la Cueva de las Banquetas, explorada en la década de 1980 por el INAH en el municipio de La Trinitaria, donde se recuperaron 124 cráneos que tampoco preservaban piezas dentales.



Otra es la Cueva Tapesco del Diablo, descubierta en 1993 por exploradores mexicanos y franceses en el municipio de Ocozocoautla. Ahí se descubrieron cinco cráneos con la particularidad de haber sido colocados sobre un tapesco (emparrillado) de madera.

Montes de Paz enfatizó la necesidad de continuar con las investigaciones en el conjunto, e inclusive realizar nuevas temporadas de campo en la Cueva de Comalapa y destacó la responsabilidad que la ciudadanía debe tener para respetar estos espacios que a menudo fueron usados para rituales, y apuntó que las visitas irregulares afectan al patrimonio arqueológico, a veces, de manera irreversible.

Finalmente indica que “El llamado es a que cuando las personas localicen algún contexto con probabilidad de ser arqueológico, eviten intervenirlo y lo notifiquen a las autoridades locales o directamente al INAH”.

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