En el municipio de Chiapa de Corzo, la figura de Enrique Verdi, un coronel que murió ahorcado en una ceiba en 1919, ha dejado una leyenda marcada por hechos sobrenaturales y un culto que persiste después de más de un siglo.
La leyenda de Enrique Verdi se gestó en el año de su muerte, cuando varios habitantes reportaron sucesos extraordinarios vinculados a su ejecución. Según los relatos locales, un remolino envolvió al coronel en el momento de su ahorcamiento, dando pie a la creencia de que el diablo reclamaba su alma.
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La tumba de Enrique Verdi, ubicada en Chiapa de Corzo, se ha convertido en un lugar de culto, llenándose de veladoras negras y verdes, flores, cigarros e incluso latas o botellas de cerveza. La misteriosa atmósfera que rodea su sepulcro ha generado diversas interpretaciones y prácticas religiosas.
A lo largo de los años, la figura de Enrique Verdi ha adquirido connotaciones particulares. Muchos habitantes locales lo asocian como un santo de los delincuentes y los presos, comparable a Jesús Malverde. Se dice que aquellos que oran en nombre de Verdi desde prisión obtienen rápidamente el perdón o logran escapar. Esta creencia ha llevado a que algunos narcotraficantes del sureste rindan culto a Verdi, relegando a un segundo plano a Malverde y a la santa muerte.
La tumba de Verdi no solo atrae a quienes buscan la protección del coronel, sino también a curanderos del municipio. El lugar se utiliza para llevar a cabo limpias y para que las personas realicen sus peticiones. La imagen de Enrique Verdi se ha integrado en los altares de algunos curanderos, como una figura venerada en la región.