Tuxtla Gutiérrez.- Perteneciente a una de las familias más prominentes del Valle de Cintalapa, Federico Figueroa es un hombre que no ha dejado puerta sin abrir, y que se ha atrevido a todo con tal de encontrar su verdadera identidad.
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Después de obtener el grado de ingeniero civil en Tuxtla Gutiérrez, este joven creador descubrió que lo suyo eran las artes escénicas, por lo que se trasladó a la Ciudad de México, con la finalidad de hacer estudios en una disciplina tan distinta a la que había estudiado. Fue en la capital del país donde entró en contacto con la lírica y nació en él un profundo amor por la ópera, que lo llevó a acercarse atinadamente a dicho género musical. Pronto le llegó la oportunidad para viajar a Madrid, con la idea de trabajar y seguir haciendo estudios musicales, y aún así se dio el lujo de estudiar también la carrera de arquitectura.
Los éxitos no se hicieron esperar, y la solida formación profesional de Figueroa fue un punto clave para consolidarse como director de escena, primero, y como autor, después.
Se necesitaría un espacio mucho más grande que éste para hacer justicia a la carrera de Federico Figueroa en el mundo de la música culta de Europa, en general, y de España, en particular, pero es imposible soslayar que él no se ha limitado al Viejo Continente, y ha tenido grandes éxitos en otros países del mundo.
Como el buen profeta que llega a consagrarse en su tierra, Federico volvió a México invitado por la Fundación Soumaya para montar “Rodin, los volúmenes del hombre” y posteriormente una “Gala de Ópera” en el Palacio Nacional de Bellas Artes, producida por la Secretaría de la Defensa Nacional, la cual ya se presentó en Tuxtla Gutiérrez, aunque él no pufo estar presente en el estreno.
México volvió a recibir el arte de Federico Figueroa en mayo de este año, con el estreno mundial, en Puebla, de la obra “Reina y mujer, las Tudor”, basada principalmente en el controvertido personaje de la reina Isabel I de Inglaterra, un personaje histórico que ha hecho la delicia de infinidad de autores, algunos de los cuales (Donizetti, Pacini, Britten, Downland y Rossini, entre otros) aportaron en una especie de “collage” o “patch work”, la música y el argumento para una desgarradora puesta en escena protagonizada por la internacionalmente famosa soprano mexicana Enivia Muré.
Unos cuantos meses después, el próximo 26 de octubre, a las siete de la noche, esta magnífica obra vuelve a presentarse en la Ciudad de México, en el auditorio “Blas Galindo” del Centro Nacional de las Artes, para beneplácito de los mexicanos, con el texto y dirección de nuestro querido paisano chiapaneco Federico Figueroa, y la portentosa voz y actuación de la soprano: Enivia Muré. También estarán el tenor Ricardo Calderón, el pianista Israel Barrios y el vestuarista Antonio Bártolo. El audio en off estará a cargo de Martín Díaz Vélez. C’EST CHIC!