(Primera parte de varias)
(Santo Domingo, 1858 - Medellín, 1940)
Tomás Carrasquilla
La biografía intelectual de un escritor, el que sea y de la época a la cual pertenezca, es indispensable conocerla en tanto es necesario detectar su formación, desde un comienzo, como lector y desde allí poder entender las posibles influencias, de todo tipo. En ese sentido estricto se requiere leer más allá del simple y evidente relato literario para establecer las posibles relaciones intertextuales y el orden de las ideas con las cuales va estableciendo contacto, asimila o deshecha
Jorge Alberto Naranjo para celebrar los cincuenta años del fallecimiento del escritor nacido en Antioquia, escribió un trabajo resultado de una prolongada investigación que intituló “Las ideas estéticas de Tomás Carrasquilla” (1990, Universidad Nacional de Medellín, 1995)), que implicó conocer la época, los escritores del momento, las correspondencia, los debates, los viajes y, en especial, las lecturas. En una biblioteca de Santo Domingo El tercer Piso, el investigador logra revisar los documentos que acreditan los lectores, los libros y los préstamos que adquirían los visitantes. Desde ese primer acercamiento logra entender que don Tomas llegó a ser “el lector tenaz que fue.” Con detalle visita diferentes obras de los siglos XIX y XX. Además consulta las “Homilías” donde se reúnen comentarios, ensayos, “tres nombres”, sus crónicas de teatro, el epistolario, sus hojas de álbum y especialmente su obra narrativa “donde discretamente diseminadas hay bastantes referencias a libros, autores, acontecimientos y lugares que don Tomás conoció, por vía de amplias y sesudas lecturas.” En el registro de préstamos de libros que Carrasquilla hizo en la biblioteca del Tercer Piso entre 1894 y 1898, Jorge Alberto Naranjo detectó información decisiva. Gracias a esta investigación sabemos que antes de 1900 “escribe mucho y publica obras importantísimas.” El investigador registra entre crónicas, herejías y cuentos 14 trabajos: “En ese tiempo ha leído un centenar de obras”. Las indagaciones permiten enterarnos de sus lecturas de obras de Daudet, Turqueneff, Pérez Galdós, Pardo Bazán, Clarín, A. y R. J. Cuervo, Dostoyesky, Tolstoy, Zolá, Zorrilla, Valera, Cordovez Maure (escritor colombiano), Alarcón, Bourget, Maupassant; Flubert, Víctor Hugpo, Goldsmith, Dante, Goethe. Naranjo Mesa afirma que después de conocer el listado en mención “Don Tomás puede considerarse un discípulo de Tolstoi y del Galdós de los Episodios Nacionales”. De los españoles fue lector también de Palacio Valdés. De varios de ellos ha leído distintas obras.
Es necesario destacar un período de lecturas clave de don Tomás entre febrero y marzo de 1898. Por entonces lee sucesivamente Salombó de Flaubert, los Estudios literarios de Zolá. El Shakespeare de Víctor Hugo, El vicario de Watefieeld de Goldsmith, la Divina Comedia y Werther: en seis semanas ha consumido seis obras maestras. Esas lecturas, por supuesto, han dejado huellas en su escritura, las cuales “apenas se han ido examinado.”
Algo importante destaca Naranjo Mesa: Las obras de Carrasquilla no nacen de la espontaneidad, surgen “a partir de sus vivencias” (pues) no resiste el análisis esos planteamientos. “Son obras de estudio y rumia y sin duda muchos de ellas son fruto de lecturas.” Y agrega: “así por ejemplo el énfasis que en las Homilías pone Carrasquilla la verdad del sentimiento y la fidelidad al temperamento como señales de distinción del artista remite a una páginas de Maupassant acerca de Zolá; y su manera de afirmar una estrecha relación entre todo el producto estético o filosófico y el medio social en que se gesta nos remite a un ensayo de Bourget acerca Taine; y aquello del tufillo vanidoso en las Confesiones de San Agustín lo señalo Maculay bastante antes de don Tomás, quien pudo conocer ese juicio gracias a un ensayo de Gladstone. La misma fórmula que don Tomás usa para definir el artista: “la naturaleza vista a través de un temperamento” y que manifiesta haber tomado de un maestro, es, con todas sus letras, de Zolá para definir el arte naturalista. Y de la misma forma, la sencillez, bien puede ser, como lo dice Carrasquilla, virtud moral a la manera de San Francisco de Sales, pero es igualmente virtud estética que le enseñaron a valorar Stendhal y sobre todo Zola…” Naranjo Mesa aclara, en un pie de página, para no dejar dudas: “Todos los ensayos citados figuran en la colección de La España Moderna que se conserva en el Tercer Piso y que Carrasquilla leyó según los registros”. (Continuará).