Estando en Comitán, cuando uno dirige la miradahacia el oriente, ese horizonte fue antaño un vasto cuerpo de aguaque conocemos como la Ciénega. De vez en cuando, en temporada delluvias intensas, recupera su antigua figura y se la puede ver conreflejos azules desde Quijá.
Es un “lugar o paraje lleno de cieno opantanoso”, como dice el diccionario de la Real Academia de laLengua Española en su acepción correcta de “ciénaga”.
Desde mi infancia crecí escuchando la palabra y mellamó mucho la atención cuando ahí por tercero o cuarto deprimaria, al leer en los libros de texto temas sobre la RevoluciónMexicana, aquella gloriosa epopeya mexicana de la cual queda pocoen el imaginario colectivo, supe que a don Venustiano Carranza sele conocía también como el “varón de Cuatro Ciénagas”. Asíque no sólo Comitán tenía su ciénaga, sino también las habíaen otros lados y en número multiplicado.
Cuentan nuestros mayores que ahí, a laCiénega, iban de paseo de campo, en familia, a nadar, apescar, a recoger una suerte de camaroncitos de río que tambiénse encontraban a la venta en nuestros mercados públicos en lascanastas de las marchantas que ofrecían con voz estentórea“camarones de la Ciénega”.
Resulta que a medida que fueron pasando los años ylos comitecos de mi generación fuimos creciendo, los sauces ydemás vegetación abundante, tanto como la fauna que ahí moraba,fueron disminuyendo alarmantemente en la Ciénega.
Diversos factores fueron la causa de tal embatedespiadado contra el equilibrio ecológico de nuestra región:descarga de aguas residuales urbanas, contaminación poragroquímicos, avance de la frontera agropecuaria, crecimiento dela zona urbana o rural, sobrepesca, cacería e incendios, entreotros factores dañinos. Aquel agradable panorama lacustre quepodíamos observar desde nuestra casa y desde distintos puntosdesde lo alto de Comitán, fue desapareciendo.
La semana pasada, aprovechando una visita a Comitán,su terruño, en ocasión de las Fiestas Patrias, el biólogoEdmundo Aguilar López, director de la Reserva de la Biósfera deLa Encrucijada, aceptó reunirse con un grupo de ecologistas quetenemos la inquietud de contribuir al rescate de ese humedal, laCiénega, y de contribuir al cuidado ambiental de la región.Varios de quienes estuvieron presentes han impulsado una luchadecisiva para revertir el daño a la cuenca del Río Grande y, porende, a los Lagos de Montebello.
La reunión fue muy constructiva y creo que podremosir sumando otras voluntades y contribuyendo a proteger nuestraCiénega. Es indispensable hacerlo puesto que el daño ha sidoconstante y despiadado. Los humedales están protegidos pororganismos ambientalistas mundiales, inclusive la ONU tiene unprograma mundial para protegerlos y nosotros seguimos presenciando,sin atenderlo, el problema; sin involucrarnos adecuada ydecididamente. El deterioro no se detendrá per se puesto que es undaño causado por nosotros mismos.
El biólogo Edmundo nos compartió una presentaciónque sobre el tema preparó para informarnos de sus investigacionese inquietudes profesionales sobre esta región. Nos explicó que deacuerdo con los estudios y estadísticas existentes, las hectáreasde humedales ha ido reduciéndose escandalosamente. En el año 2005el perímetro era de 194 hectáreas; en el 2013 se redujo a 134hectáreas y en el 2017, a 117 hectáreas, lo cual nos indica quecon un promedio de pérdida de 5.62 hectáreas por año, en menosde 20 años no habrá ya nada qué preservar, siempre y cuando nose dé el caso de que el deterioro no respete el promedioregistrado anualmente y se multiplique vorazmente.
De acuerdo con la explicación del biólogo AguilarLópez, los servicios ecosistémicos que prestan estos humedalesvan desde ser reservorio de biodiversidad, al ser hábitat paraseres vivos que dependen de este humedal, como aves residentes,endémicas y migratorias; son ricos en materia orgánica como lashojas y troncos que fungen de alimento para animales que dependendel humedal y mantienen el equilibrio ecológico; de depuración delas aguas puesto que “los tulares –plantas originales de eseecosistema- purifican de manera natural el agua contaminada poragroquímicos y aguas residuales de las cabeceras municipales ycultivos de las zonas altas y medias, además de que procuranla reposición de aguas subterráneas al favorecer la recarga deagua subterránea y permitir su aprovechamiento a través de lospozos artesiano y para abasto de agua potable a poblados y, enalgunos casos, para el regadío de cultivos, entre otras muchasbondades. Y una fundamental, si no, juzguen los lectores: esehumedal ha sido el motivo principal, junto con la parte boscosa dela Meseta comiteca, del clima que disfrutamos, pero que ante ladeforestación y desecamiento de la Ciénega, la temperatura deComitán es notoriamente mayor de lo que era hace apenas unos añosatrás. Dicen los especialistas que con este ritmo de deterioroecológico, el clima de Comitán habrá de transformarse, aumentarostensiblemente, y dejar de ser ese lugar de clima tan agradableque disfrutamos.
Creo que ha llegado el tiempo de reunirnos y protegerel humedal. Establecer una ruta crítica hacia la obtención parala Ciénega del reconocimiento por parte de la ONU como un sitioRAMSAR (Lista de Humedales de Importancia Internacional). Noticiaaparte, Chiapas cuenta con 12 sitios RAMSAR, entre los que seencuentran la Reserva de la Biosfera La Encrucijada, el ParqueNacional Lagunas de Montebello, las Áreas de Protección de Floray Fauna de Nahá y Metzabok, el Parque Nacional Cañón delSumidero y el Sistema Estuarino Boca del Cielo.
Lo primero será convertir a la Ciénega en áreaprotegida municipal mediante un decreto de Cabildo que reconozca superímetro, lo proteja y evite de una vez por todas las inadecuadastentativas de urbanización de la zona, que han tomado en sus manosmanchadas de todo tipo de lodos constructoras y desarrolladoraslocales inconscientes con el apoyo de las foráneas y lasautoridades locales que han pecado durante varios trienios deomisión, dañando ese pulmón comiteco. Es necesario mantenersus características ecológicas y sus funciones y valoresesenciales para las generaciones futuras.
Es una batalla que debemos dar: detener el deterioroy revertir las mejores condiciones ecológicas de nuestra Ciénegay evitar el error consuetudinario de llevar a cabo una “reuniónde importantes personajes que individualmente nada pueden hacer, yque juntos deciden que no se puede hacer nada”, según la frasede Stanley Unwin, un editor birtánico de la primera parte delsiglo XX. Ojala que eso no nos ocurra. Requerimos gente que se sumea esta noble causa que no es otra sino la de mantener sano nuestroentorno comiteco.
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