/ sábado 28 de septiembre de 2024

¿Cómo nació el Museo Anahuacalli? Su directora cuenta la historia a 60 años de su creación

Su directora, María Teresa Moya Malfavón relata la historia del sitio que resguarda la colección de arte prehispánico de Diego Rivera

Sobre su colosal estructura de piedra volcánica en forma de pirámide, se yergue el Museo Diego Rivera-Anahuacalli, un espacio diseñado enteramente por el muralista, que este 2024 cumple 60 años como aposento en constante transformación que resguarda y exhibe la colección de arte prehispánico de Diego Rivera.

“Ha sido toda una historia de compromiso con el legado que nos dejó Diego Rivera, así como de tratar de cumplir sus sueños, reflejarlos y plasmarlos. Hemos logrado preservar un espacio parecido a lo que Diego quería, en el que coexisten el arte, la arquitectura y la naturaleza, que son los ejes del Anahuacalli”, dice la directora del recinto María Teresa Moya Malfavón, en entrevista con El Sol de México.

Un artista orgulloso de ser mexicano

Al relatar la historia del museo, Teresa Moya asegura que la intención del lugar experimentó varios cambios decididos por el mismo Rivera, quien en un inicio compró el terreno, con el sueño de construir un “ranchito” para vivir con Frida Kahlo. Una idea que fue transformándose, primero como proyecto para construcción de su estudio y luego como el refugio para sus más de 50 mil piezas prehispánicas.

“Diego puso sobre la mesa del siglo XX la importancia de nuestra cultura prehispánica, al hacerse la pregunta quiénes somos y de dónde venimos. Ese fue uno de sus grandes trabajos, aparte de ser un gran intelectual y artista-creador, con el cual aún nos dice que debemos estar profundamente orgullosos de ser mexicanos.

“El consiguió todas estas piezas, por esta razón, y también porque estaba preocupado de que muchos extranjeros se llevaban nuestras piezas, al no haber entonces ley que protegiera nuestro patrimonio”, explica la directora.

Del total de piezas, dos mil están expuestas dentro de la exhibición permanente del museo, mientras 50 mil se encuentran en bodegas bajo su resguardo; además de que nueve mil de ellas se encuentran en el Museo Frida Kahlo.

“No somos un museo antropológico”

Sobre las condiciones actuales de la colección, la directora asegura que se encuentra bajo buen resguardo, sin embargo, su catalogación, acompañada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), aún está en proceso, por lo que no han podido definir el número de culturas de origen ni temporalidad de las piezas, aunque, de las que sí tienen registro, saben que provienen de culturas del Occidente de México, principalmente teotihuacanas, olmecas y mayas, algunas del período preclásico mesoamericano (2300-0 A.C.).

Puede interesarte: INAH descubre tablero de piedra con jeroglíficos mayas de más de 550 años de antigüedad

“No tenemos las 50 mil piezas clasificadas, pero estamos en ello. Este es un trabajo que retomamos hace dos años y medio, después de que se detuviera antes de la pandemia. Yo diría que actualmente llevamos entre 20 y 22 mil piezas clasificadas”, apunta.

“Nosotros no somos un museo antropológico, la gente que venga verá una colección preciosa de arte, donde la maravilla radica en que Diego la curó, porque él escogió cada una de las 50 mil piezas, así que lo que se verán es el gusto de Diego y su amor por ellas; las obtuvo en sus viajes por el país directamente con comunidades indígenas.

“Eso es lo que nosotros estamos reflejando, con algún tipo de sentido estético, más no antropológico. Las piezas arqueológicas no estar organizadas ni por región ni por época”, agrega la funcionaria de este espacio que funciona gracias a El Fideicomiso del Banco de México para los Museos Diego Rivera y Frida Kahlo, firmado por el mismo muralista, para la protección de ambos sitios, así como de la obra que en ellos se resguarda.

María Teresa Moya Malfavón. Foto: Ivonne Rodriguez / El Sol de México

Esta decisión estética que menciona la directora del museo, se hace evidente al recorrer el edificio de Anahuacalli, hecho con piedra volcánica originada tras el nacimiento del Volcán Xitle. Éste está dividido en tres pisos que responden inframundo, vida terrenal, y supramundo o mundo celestial; mientras que cada esquina está dedicada a una deidad: Ehécatl, dios del viento; Tláloc, dios del agua; Huehuetéotl, dios del fuego; y Chicomecoátl, diosa de la tierra.

Espacio para lo nuevo

Además de la colección de arte prehispánico de Diego Rivera, el museo —que fue terminado su hija Ruth Rivera y por el arquitecto Juan O ‘Gorman— posee 16 bocetos de murales, como “El hombre en la encrucijada”, pintado en 1932 en el Centro Rockefeller, el cual fue destruido por órdenes del magnate Nelson Rockefeller, convirtiéndose así en un museo que también es ejemplo del arte moderno mexicano, que convive con muestras de arte contemporáneo.

Como parte de los logros que ha tenido el Museo Anahuacalli —que desde 2004 fue declarado monumento artístico— su directora destaca la construcción de nuevos espacios inaugurados en 2021, los cuales fueron construidos por el arquitecto Mauricio Rocha Iturbide, entre ellos una biblioteca, nuevas bóvedas, un salón de danza y otros foros.

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“Estos nuevos espacios refleja la pasión que hay en el Anahuacalli por la arquitectura, con el que cumplimos el sueño de Diego de generar un especie de centro cultural donde pudieran convivir el arte prehispánico con el contemporáneo, en una comunicación entre artista, artesano y público constante”.

Finalmente, la directora pone acento a las distintas actividades que programan para la comunidad, como talleres de cartonería, barro, el Festival de Cacao para todos y su tradicional ofrenda, que este año estará dedicada a la figura de Diego Rivera.

Sobre su colosal estructura de piedra volcánica en forma de pirámide, se yergue el Museo Diego Rivera-Anahuacalli, un espacio diseñado enteramente por el muralista, que este 2024 cumple 60 años como aposento en constante transformación que resguarda y exhibe la colección de arte prehispánico de Diego Rivera.

“Ha sido toda una historia de compromiso con el legado que nos dejó Diego Rivera, así como de tratar de cumplir sus sueños, reflejarlos y plasmarlos. Hemos logrado preservar un espacio parecido a lo que Diego quería, en el que coexisten el arte, la arquitectura y la naturaleza, que son los ejes del Anahuacalli”, dice la directora del recinto María Teresa Moya Malfavón, en entrevista con El Sol de México.

Un artista orgulloso de ser mexicano

Al relatar la historia del museo, Teresa Moya asegura que la intención del lugar experimentó varios cambios decididos por el mismo Rivera, quien en un inicio compró el terreno, con el sueño de construir un “ranchito” para vivir con Frida Kahlo. Una idea que fue transformándose, primero como proyecto para construcción de su estudio y luego como el refugio para sus más de 50 mil piezas prehispánicas.

“Diego puso sobre la mesa del siglo XX la importancia de nuestra cultura prehispánica, al hacerse la pregunta quiénes somos y de dónde venimos. Ese fue uno de sus grandes trabajos, aparte de ser un gran intelectual y artista-creador, con el cual aún nos dice que debemos estar profundamente orgullosos de ser mexicanos.

“El consiguió todas estas piezas, por esta razón, y también porque estaba preocupado de que muchos extranjeros se llevaban nuestras piezas, al no haber entonces ley que protegiera nuestro patrimonio”, explica la directora.

Del total de piezas, dos mil están expuestas dentro de la exhibición permanente del museo, mientras 50 mil se encuentran en bodegas bajo su resguardo; además de que nueve mil de ellas se encuentran en el Museo Frida Kahlo.

“No somos un museo antropológico”

Sobre las condiciones actuales de la colección, la directora asegura que se encuentra bajo buen resguardo, sin embargo, su catalogación, acompañada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), aún está en proceso, por lo que no han podido definir el número de culturas de origen ni temporalidad de las piezas, aunque, de las que sí tienen registro, saben que provienen de culturas del Occidente de México, principalmente teotihuacanas, olmecas y mayas, algunas del período preclásico mesoamericano (2300-0 A.C.).

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“No tenemos las 50 mil piezas clasificadas, pero estamos en ello. Este es un trabajo que retomamos hace dos años y medio, después de que se detuviera antes de la pandemia. Yo diría que actualmente llevamos entre 20 y 22 mil piezas clasificadas”, apunta.

“Nosotros no somos un museo antropológico, la gente que venga verá una colección preciosa de arte, donde la maravilla radica en que Diego la curó, porque él escogió cada una de las 50 mil piezas, así que lo que se verán es el gusto de Diego y su amor por ellas; las obtuvo en sus viajes por el país directamente con comunidades indígenas.

“Eso es lo que nosotros estamos reflejando, con algún tipo de sentido estético, más no antropológico. Las piezas arqueológicas no estar organizadas ni por región ni por época”, agrega la funcionaria de este espacio que funciona gracias a El Fideicomiso del Banco de México para los Museos Diego Rivera y Frida Kahlo, firmado por el mismo muralista, para la protección de ambos sitios, así como de la obra que en ellos se resguarda.

María Teresa Moya Malfavón. Foto: Ivonne Rodriguez / El Sol de México

Esta decisión estética que menciona la directora del museo, se hace evidente al recorrer el edificio de Anahuacalli, hecho con piedra volcánica originada tras el nacimiento del Volcán Xitle. Éste está dividido en tres pisos que responden inframundo, vida terrenal, y supramundo o mundo celestial; mientras que cada esquina está dedicada a una deidad: Ehécatl, dios del viento; Tláloc, dios del agua; Huehuetéotl, dios del fuego; y Chicomecoátl, diosa de la tierra.

Espacio para lo nuevo

Además de la colección de arte prehispánico de Diego Rivera, el museo —que fue terminado su hija Ruth Rivera y por el arquitecto Juan O ‘Gorman— posee 16 bocetos de murales, como “El hombre en la encrucijada”, pintado en 1932 en el Centro Rockefeller, el cual fue destruido por órdenes del magnate Nelson Rockefeller, convirtiéndose así en un museo que también es ejemplo del arte moderno mexicano, que convive con muestras de arte contemporáneo.

Como parte de los logros que ha tenido el Museo Anahuacalli —que desde 2004 fue declarado monumento artístico— su directora destaca la construcción de nuevos espacios inaugurados en 2021, los cuales fueron construidos por el arquitecto Mauricio Rocha Iturbide, entre ellos una biblioteca, nuevas bóvedas, un salón de danza y otros foros.

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“Estos nuevos espacios refleja la pasión que hay en el Anahuacalli por la arquitectura, con el que cumplimos el sueño de Diego de generar un especie de centro cultural donde pudieran convivir el arte prehispánico con el contemporáneo, en una comunicación entre artista, artesano y público constante”.

Finalmente, la directora pone acento a las distintas actividades que programan para la comunidad, como talleres de cartonería, barro, el Festival de Cacao para todos y su tradicional ofrenda, que este año estará dedicada a la figura de Diego Rivera.

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