El pasado 18 de diciembre presentó Javier Espinosa Mandujano, en el Museo del Café de la ciudad capital del estado de Chipas, Tuxtla Gutiérrez, su más reciente libro, Carta sobre la historia y los historiadores, acompañado de un numeroso público, entre amigos y familiares. Comentaron el texto Ruth Castillo Castilla, José Gilberto Aguilar García, Jorge Chanona Cruz, Bissael Pimental Avendaño. La joven Castillo Castilla resaltó la personalidad del escritor y presentó una serié de respuestas que previamente le había hecho desde preguntas inteligentes en las que destaca su interés por pensar la historia. Los otros expusieron sus ideas sobre la historia y la historiografía con acentos muy personales.
Me interesa destacar en esta nota algo que apenas señalo en el prólogo, el cual escribí gracias a la generosa invitación que me hizo varios meses atrás don Javier.
El primer pensador filosófico nacido en Chiapas fue fray Matías de Córdoba y Ordoñez, además de escribir un excelente trabajo sobre retórica: “Reflexiones a los libros de elocuencia”. Las conocidas “Utilidades…” (1789) tiene la exacta virtud de partir de una aseveración contundente y radical, especialmente para el año que la escribe: el hombre (la realidad, leo yo) debe mirarse, leerse con ojos filosóficos. Era los años de la Ilustración hispanoamericana cuando ya la razón y el sensualismo habían aportado los conceptos que hacían posible el conocimiento y nuestros ilustrados se habían apropiado de manera particular de los mismos. El dominico ya se había formado en ellos y al escribir su estudio toma como punto de partida la filosofía para mirar la realidad y no los prejuicios, los cuales en el desarrollo de su trabajo pone en cuestión de manera brillante y, es verdad, se convierte en la causa para que se cierre la Sociedad de Amigos del País de Guatemala, la promotora de concurso en el que fraile había obtenido el primer premio.
Los otros ilustrados chiapanecos se dedicaron a realizar trabajos sobre todo económicos y políticos, sin entrar a pensar la nueva filosofía, la llamada de la Ilustración hispanoamericana. Pasó el siglo XIX y los intelectuales nacidos en estas tierras como Ángel Albino Corzo, Emilio Rabasa fueron sobre todo pensadores políticos. El poeta Rodulfo Figueroa estudio medicina y desde allí entendió aspectos del positivismo que los asume en sus trabajos de investigación médica con brillantes señalamientos, tratando asuntos propios de la fisiología, la neurología y la salud pública.
El siglo veinte conoce en Chiapas juristas, cronistas, pocos novelistas y de manera destacada poetas y pintores.
El trabajo de Javier Espinosa Mandujano es una labor solitaria. En la disertación final de la presentación del libro “Carta sobre la historia y los historiadores”, afirmo que cuando lo escribía no tenía con quien conversar de sus asuntos, excepto con su hijo. Lo cierto es que es un pensador solitario en su tierra. No toca a los pensadores mexicanos que le han dedicado años a la reflexión filosófica. No es su tema. Prefiere irse a los asuntos que a lo largo de la historia de la filosofía occidental han tratado el problema del conocimiento. En mi glosa señalo: “La Carta… es un texto que imbrica varios discursos con la ágil y elocuente disertación del pensador, el crítico literario y el propositivo disertante. En principio sugiere y propone y, más adelante, expresa, con precisión crítica y analítica, sus postulados.
“Los discursos van desplazándose por varios saberes que entrecruzan discursos filosóficos, científicos y literarios en medio de los cuales critica, reflexiona y expone sus acercamientos y búsquedas. O, mejor dicho, a partir de ciertos postulados filosóficos propone un planteamiento y lo asume con variantes para no sólo apropiárselo, sino en ciertos casos, transfigurarlo. Parte de un postulado, idea o concepto anterior para cuestionarlo o enriquecerlo, según sus propósitos críticos y analíticos. El orden del discurso, o mejor dicho, los órdenes de sus discursos se entrecruzan. Desde la filosofía se desplaza a la literatura, la física, la biología, la historia, incluso la teología. En cada uno se explaya para enriquecer sus nuevos planteamientos. Uno se encuentra con una fiesta de saberes donde nuestro lector bebe a su gusto”.
Me llama la atención sus reflexiones sobre la poesía y en especial su tratamiento que le ofrece a un poema de Rosario Castellanos. Valga anotar que Rosario Castellanos fue una mujer con una sólida formación filosófica, así como Jaime Sabines. Lo he escrito en varios ensayos. Al referirse a la poesía Espinosa Mandujano afirma: “No será este misterio de la poesía, esta lubricidad enigmática que es la otra especulación, no para fabricar la historia, sino para alimentar el apresamiento del mundo fosforescente, la cierta desnudez que nos rodea y para penetrar las capas sedimentarias del laberinto en que se dá nuestra navegación irrevocable”.
Asume a Cervantes, Borgesl Lezama Lima y Paz con un ánimo esclarecedor. A Cervantes y a Borges los llama “los más conspicuos, denodados y sagaces historiadores del mundo, llamémoslo moderno”.
De suerte que leer la “Carta sobre la historia y los historiadores” de Javier Espinosa Mandujano es un trabajo lento, sustantivo para todos y en especial para quienes les atrae el trabajo del pensar, más allá de la diarias certidumbres.
La filosofía no es fácil, nunca lo ha sido. Pensarla es indispensable para entender no sólo los entrecruzamientos que demanda hoy sino para entender, hasta cierto punto, nuestro tránsito en la faz del mundo.