Andrés Manuel López Obrador: Poeta de la Acción

Ricardo Cuéllar Valencia

  · lunes 10 de diciembre de 2018

Foto: cortesía.

La idea de “Poeta de la acción” le surgió a un poeta colombiano, dedicado a un político colombiano hace por lo menos cuarenta años y, lo peor, resultó huera para el político y un hallazgo para el poeta. Lo que importa es la comprensión de la idea. Toda acción humana, creativa, pensó Aristóteles, es poesía. El primer filósofo sistemático acertó, como en otros asuntos, al indicar la amplitud de la idea de la poesía y no reducirla a los que escriben versos. Un poeta de la acción (un verdadero político y estos son escasos) es aquel que se ha preparado, por largos años, intelectual y espiritualmente para transformar la realidad por medio de actos individuales y colectivos. El complejo proceso crea ese sujeto hasta colocarlo en el lugar que indicamos en la medida que emerge “ungido” por la realidad misma, es decir, por la capacidad de leer la realidad humana, cultural, social y política y llevarla, desde un movimiento amplio que aglutina distintos sectores de la sociedad, desde indígenas, campesinos, pequeños y medianos propietarios, estudiantes, grupos de intelectuales, algunos comerciantes, industriales, banqueros, sectores marginados, etc., etc., etc. a conquistas necesarias, indispensables antes de que sucedan situaciones de desbordamiento, anarquía política, caos social.

Ante lo que llamamos Realidad, espectro (en un primer momento) que denominamos Realidad Múltiple y que al mismo tiempo piensa, (también imagina y desea) sin olvidar que somos objetos y sujetos de conocimiento simultáneamente, el trabajo de ser y pensar se convierte en un hecho tan singular como atrayente. Desde estas consideraciones deseamos plantear varias ideas que están en medio del debate en este momento primerizo de la denominada Cuarta Transformación de la nación mexicana.

Vamos al grano. No sólo los conservadores y reaccionarios se oponen a la Cuarta Transformación y se lanzan a boca llena con tergiversaciones (delicado asunto psicológico, de verdad) a todas luces fugaces en el tiempo político inicial del gobierno que encabeza Andrés Manuel López Obrador. También los mal llamados neoliberales fustigan y ven obstáculos por doquier, sobre todo pretenden conservar los privilegios asidos a la corrupción y prebendas pasadas. Lo ha señalado López Obrador con precisión en su proyecto de nación, “2018, la salida”: “Las crisis de México no podrá enfrentarse sin cortar de tajo con la corrupción y la impunidad, lo cual implica cambiar el actual régimen y establecer un orden político nuevo, democrático, promotor de la legalidad, humanista y con el distintivo de la honestidad”.

Es necesario destacar que Andrés Manuel López Obrador es un liberal heredero del mejor liberalismo mexicano. Él mismo destaca su ascendencia de Hidalgo, Juárez, Madero y Cárdenas, planteamientos que permiten conocer muy de cerca al pensador actual sobre la historia mexicana de los siglos XIX y XX. Los catorce libros y varios ensayos publicados por él lo acreditan. Este político y pensador ha sabido construir su propia versión de los momentos históricos en los cuales actuaron aquellos líderes y delimitar lo que representan y significan en su momento preciso y los asuntos que él considera obligado retomar, precisamente por su esencia liberal. De ello hablaremos en otra Piedra de toque.

Algo singular me asalta después de leer a López Obrador y tratar de entender su devenir político. No sólo es un puro animal politicus (lo dice Aristóteles) es un político con verdaderas agallas y colmillos para degustar y digerir los bocados que la realidad le pone en la mesa diaria. Rompió a tiempo (con otros), desde la crítica con el PRI, más tarde con el PRD, fundado por varios hombres y mujeres lúcidos, entre los cuales se encontraba el tabasqueño. A esos partidos y a los dislocados y dogmáticos panistas los hizo MORENA trizas, polvo, aseguran muchos, el primero de julio pasado. La audacia y pericia, la sensibilidad y capacidad crítica le permitirán al líder y a su partido avanzar en un zigzagueante proceso que apenas inicia. Lo evidente es que ha triunfado una lectura nueva de la historia mexicana, la cual comenzamos a deletrear (vivir) a todas horas y por todos lados y poros.

Lo que logramos percibir, hasta el momento, es un debate opositor pobre. Ante las propuestas de cambio de régimen los adversarios no cuentan otra opción que apoyar las que buscan resolver problemas de desigualdad social y dejar mentirillas sueltas en torno a lo político y jurídico. El debate lo centran en asuntos de interpretación de las leyes que buscan acomodar su lectura para favorecer sus amados privilegios que la nueva política, desde varios ángulos, ha puesto en cuestión.

La historia a todos los asaltó y dejó, a la mayoría, en la penumbra de la derrota. A los más los ha colocado ante luces que pueden enceguecer si no miran con cuidado antes de salir a las tribunas.

Nada es imposible cuando la política logra ser eficaz y eficiente. Lo que cimbra a los opositores es la propuesta de “cambio de régimen”, claramente expuesto en el discurso ante el Senado. El camino, lo sabemos, está lleno de obstáculos, de actos retadores y provocaciones múltiples. Por su parte Morena y los aliados han logrado, en principio, formar un equipo de mujeres y hombres, formados en la política y la academia. Apenas comienza el proceso.



A un auténtico poeta de la acción lo acompaña la lucidez y no la simpleza, la visión esclarecida y no el capricho. La suerte está echada.