/ viernes 8 de marzo de 2019

A mano alzada de Javier Pérez Bazo

PIEDRA DE TOQUE

O el amor sólo cambia de postura a manera del deseo

(Una de dos partes)

Javier Perez Bazo. Especialista de la Vanguardia histórica española, Pérez Bazo es autor de una veintena de volúmenes sobre literatura española contemporánea, entre los que destacan los dedicados a Luis Cernuda (Luis Cernuda en el exilio. Lecturas de Las Nubes yDesolación de la Quimera, Toulouse, PUM, 2003. En col. con Julio Neira), Juan Chabás (Juan Chabas y su tiempo, Barcelona, Anthropos, 1992; además de varias ediciones críticas de sus novelas Puerto de sombra y Agor sin fin, y de su obra historiográfica —Literatura española contemporánea (1898-1950)— y ensayística)), Max Aub y Miguel Hernández--, así como de numerosos ensayos y artículos en revistas y otras publicaciones de ámbito nacional e internacional. Fue colaborador con Enrique Camacho de la exposición y catálogo Buñuel 100 años. Es peligroso asomarse al interior, realizada por el Instituto Cervantes. A estos títulos añade una edición crítica de las Rimas de Bécquer, en colaboración con Sylvie Baulo: Gustavo Adolfo Bécquer, Poesía eres tú. Las Rimas del Libro de los gorriones, (Madrid, Izana, 2014). y la edición modernizada de Histoire générale des sciences et de la littérature, de Juan Andrés, con S. Baulo y R. Cazalbou.

Su bibliografía se completa con varios libros de poemas (Litúrgica labranza (Madrid, Rialp, 1981), Didáctica menor, Desde el vértigo(Premio internacional "Antonio Machado", Palma de Mallorca, Calima, 2001.), Reversos (Málaga, Veramar, 2004), Proceso al olvido / Itélkezö ùt a feledéshez (Poésie) (Budapest, Z-Füzetek, 2012) Belsö beszéd / Desde adentro. Válogatott versek / Poemas escogidos(Budapest, Z-Füzetek, 2012). Es autor de la novela La Borbona (Madrid, Izana, 2015).

Como analista político y cultural ha publicado varios artículos en la prensa en formato papel o digital: El País, El Huffington Post , infoLibre, Nueva Tribuna, Clio.

En el poemario A mano alzada de Javier Pérez Bazo fluye la poesía con una doble fuerza creativa, entre chorros de luz que propicia en un principio la presencia de lo sacro que enseña el trasegar de la vida de un hombre y la otra presencia que enervada ausculta en lo profano.

El poeta exige a la escritura la precisión de las palabras para iniciar el canto al comenzar el poemario: “que no haya más revuelo de palabras” y le solicita al lector que abra el libro, sin premuras, que de inmediato lo tome, así como se rompe, de una estampida, las olas ante la piedra “antes de volverse espuma”, que las palabras no permanezcan más en su condición de no escuchadas. Y toma también la palabra el libro: “Rómpeme”, dice desde el poema, es una invitación a abrir el libro y penetrar en él con la gozosa libertad de emprender la seducción de las palabras, por medio de las caricias que puede realizar la inteligencia y la imaginación.

En Trasnoche, sinónimo de insomnio, advertimos que la memoria se impone. Mirarse así mismo no logra penetrar, de principio a fin, “la insondable conjura de los ojos abiertos”. Nunca terminamos de conocernos. Resulta que hay un hombre que vela en la trasnoche y el lector es invitado, por el cantor, a permanecer con él en vela para que desde el poema sea testigo y compruebe las realidades poéticas que nombra y compruebe “la madurez del tacto, / la derrota del tiempo, / la dimensión del vértigo, la urdimbre / con la que va tejiéndose la dádiva, / y cómo va dejando un polen en los dedos/ la confidente intimidad de amar.”

En Es un don, se trata de develar el secreto o como diría Rubén Darío, encontrar el secreto de las palabras es un trabajo sigiloso, perseverante como quien aprende, escribe bellamente Javier Pérez Bazo, a “respirar el día/ con pie ladrón, urdiendo sus afanes, / para sisar el alma a las palabras.” Antigua y siempre viva la avidez por develar el secreto logra finalmente “iluminar el murmullo de los ojos”, es decir, se trata de deletrear el anuncio de lo desconocido. Qué dice el poema? De qué se ocupa? De qué habla? Qué es?: “Siempre lo primordial, lo ineludible,/ es mirar hacia adentro,/ esa necesidad urgente de hablar a solas/ que a sílabas contadas se hace cántico”. Mirar hacia adentro es lo primordial, lo ineludible. Todo acto de conocimiento poético es esencialmente íntimo, radicalmente necesario, en tanto al poeta le urge escucharse en sus soledades. Y, en medio de uno u otro tránsito nace el canto, la escritura del poema.

Leemos el poema Amor más poderoso que la vida. El poeta reúne las palabras usuales, cotidianas y desde allí, desde esos inesperados encuentros nacen sentidos diferentes, bellas y sabias metáforas, de suerte que las palabras sacadas de la cotidianeidad cobran, por arte de la magia poética, nuevas realidades verbales y otros sentidos denotativos, tratamiento particular de la generación del 50. Cito nuestro poeta: “Estabas esperando en una esquina / de la noche y me invitaste a subir / contigo a la más alta buhardilla / del corazón. Luego me acostumbré a la querencia, / a llamar a tu lecho y a adentrarme / por las rendijas del atardecer / hasta donde se adensan las pasiones. / Y así fuimos quedándonos / cómplices a vivir la fe de amar”. Y desde este procedimiento propio de la lengua española, a partir del Modernismo y de las vanguardias la poesía, en particular, se renueva, fortalece y enriquece. Un tema se impone para renovarlo, el amor, con el maestro en España, Vicente Alexandre, con quien el amor deja de ser quimera, utopía, esperanza, junto, a lo largo del siglo XX, con Cesar Vallejo, Vicente Huidobro, Pablo Neruda, Rubén Bonifáz Nuño, Jaime Sabines, Eduardo Elizalde, Rosario Castellanos, Jaime Jaramillo Escobar y Olga Orozco, entre otros españoles e hispanoamericanos, para llegar a ser la poesía de nuestra lengua habitad de la realidad carnal, deseada y deseante. En ese tono escribe Javier P. Bazo: “para tomar el pulso a cuanto late, / para pactar el tacto / por la ladera oscura de los cuerpos.”

En El jardín de magnolio, se posa la lírica del deseo que hiende y percibe la grata aroma de la sorpresa, siempre luminosa, esparcida en los escondites de los amantes y ellos adoban con el ansia de la respiración secreta y se lanzan a descubrir entre noches y labios otros horizontes con la destreza propia del asecho. Los encantos de la seducción encuentran morada, de manera singular, en este poema.

En Como el querer mío es un viaje a la memoria amorosa de la juventud. Se trata de poseerlo todo, desde la alegría, en pleno alborozo para sentirse el dueño único de todo, dice el poeta. Y entonces dejarse llevar de la “mano de la aventura del querer” para que el ojo del tacto recorra y pueble “el desierto infinito de la piel”, para que así, entre dos, inventarlo todo con audacia para que lo real sea real, realmente.

O el amor sólo cambia de postura a manera del deseo

(Una de dos partes)

Javier Perez Bazo. Especialista de la Vanguardia histórica española, Pérez Bazo es autor de una veintena de volúmenes sobre literatura española contemporánea, entre los que destacan los dedicados a Luis Cernuda (Luis Cernuda en el exilio. Lecturas de Las Nubes yDesolación de la Quimera, Toulouse, PUM, 2003. En col. con Julio Neira), Juan Chabás (Juan Chabas y su tiempo, Barcelona, Anthropos, 1992; además de varias ediciones críticas de sus novelas Puerto de sombra y Agor sin fin, y de su obra historiográfica —Literatura española contemporánea (1898-1950)— y ensayística)), Max Aub y Miguel Hernández--, así como de numerosos ensayos y artículos en revistas y otras publicaciones de ámbito nacional e internacional. Fue colaborador con Enrique Camacho de la exposición y catálogo Buñuel 100 años. Es peligroso asomarse al interior, realizada por el Instituto Cervantes. A estos títulos añade una edición crítica de las Rimas de Bécquer, en colaboración con Sylvie Baulo: Gustavo Adolfo Bécquer, Poesía eres tú. Las Rimas del Libro de los gorriones, (Madrid, Izana, 2014). y la edición modernizada de Histoire générale des sciences et de la littérature, de Juan Andrés, con S. Baulo y R. Cazalbou.

Su bibliografía se completa con varios libros de poemas (Litúrgica labranza (Madrid, Rialp, 1981), Didáctica menor, Desde el vértigo(Premio internacional "Antonio Machado", Palma de Mallorca, Calima, 2001.), Reversos (Málaga, Veramar, 2004), Proceso al olvido / Itélkezö ùt a feledéshez (Poésie) (Budapest, Z-Füzetek, 2012) Belsö beszéd / Desde adentro. Válogatott versek / Poemas escogidos(Budapest, Z-Füzetek, 2012). Es autor de la novela La Borbona (Madrid, Izana, 2015).

Como analista político y cultural ha publicado varios artículos en la prensa en formato papel o digital: El País, El Huffington Post , infoLibre, Nueva Tribuna, Clio.

En el poemario A mano alzada de Javier Pérez Bazo fluye la poesía con una doble fuerza creativa, entre chorros de luz que propicia en un principio la presencia de lo sacro que enseña el trasegar de la vida de un hombre y la otra presencia que enervada ausculta en lo profano.

El poeta exige a la escritura la precisión de las palabras para iniciar el canto al comenzar el poemario: “que no haya más revuelo de palabras” y le solicita al lector que abra el libro, sin premuras, que de inmediato lo tome, así como se rompe, de una estampida, las olas ante la piedra “antes de volverse espuma”, que las palabras no permanezcan más en su condición de no escuchadas. Y toma también la palabra el libro: “Rómpeme”, dice desde el poema, es una invitación a abrir el libro y penetrar en él con la gozosa libertad de emprender la seducción de las palabras, por medio de las caricias que puede realizar la inteligencia y la imaginación.

En Trasnoche, sinónimo de insomnio, advertimos que la memoria se impone. Mirarse así mismo no logra penetrar, de principio a fin, “la insondable conjura de los ojos abiertos”. Nunca terminamos de conocernos. Resulta que hay un hombre que vela en la trasnoche y el lector es invitado, por el cantor, a permanecer con él en vela para que desde el poema sea testigo y compruebe las realidades poéticas que nombra y compruebe “la madurez del tacto, / la derrota del tiempo, / la dimensión del vértigo, la urdimbre / con la que va tejiéndose la dádiva, / y cómo va dejando un polen en los dedos/ la confidente intimidad de amar.”

En Es un don, se trata de develar el secreto o como diría Rubén Darío, encontrar el secreto de las palabras es un trabajo sigiloso, perseverante como quien aprende, escribe bellamente Javier Pérez Bazo, a “respirar el día/ con pie ladrón, urdiendo sus afanes, / para sisar el alma a las palabras.” Antigua y siempre viva la avidez por develar el secreto logra finalmente “iluminar el murmullo de los ojos”, es decir, se trata de deletrear el anuncio de lo desconocido. Qué dice el poema? De qué se ocupa? De qué habla? Qué es?: “Siempre lo primordial, lo ineludible,/ es mirar hacia adentro,/ esa necesidad urgente de hablar a solas/ que a sílabas contadas se hace cántico”. Mirar hacia adentro es lo primordial, lo ineludible. Todo acto de conocimiento poético es esencialmente íntimo, radicalmente necesario, en tanto al poeta le urge escucharse en sus soledades. Y, en medio de uno u otro tránsito nace el canto, la escritura del poema.

Leemos el poema Amor más poderoso que la vida. El poeta reúne las palabras usuales, cotidianas y desde allí, desde esos inesperados encuentros nacen sentidos diferentes, bellas y sabias metáforas, de suerte que las palabras sacadas de la cotidianeidad cobran, por arte de la magia poética, nuevas realidades verbales y otros sentidos denotativos, tratamiento particular de la generación del 50. Cito nuestro poeta: “Estabas esperando en una esquina / de la noche y me invitaste a subir / contigo a la más alta buhardilla / del corazón. Luego me acostumbré a la querencia, / a llamar a tu lecho y a adentrarme / por las rendijas del atardecer / hasta donde se adensan las pasiones. / Y así fuimos quedándonos / cómplices a vivir la fe de amar”. Y desde este procedimiento propio de la lengua española, a partir del Modernismo y de las vanguardias la poesía, en particular, se renueva, fortalece y enriquece. Un tema se impone para renovarlo, el amor, con el maestro en España, Vicente Alexandre, con quien el amor deja de ser quimera, utopía, esperanza, junto, a lo largo del siglo XX, con Cesar Vallejo, Vicente Huidobro, Pablo Neruda, Rubén Bonifáz Nuño, Jaime Sabines, Eduardo Elizalde, Rosario Castellanos, Jaime Jaramillo Escobar y Olga Orozco, entre otros españoles e hispanoamericanos, para llegar a ser la poesía de nuestra lengua habitad de la realidad carnal, deseada y deseante. En ese tono escribe Javier P. Bazo: “para tomar el pulso a cuanto late, / para pactar el tacto / por la ladera oscura de los cuerpos.”

En El jardín de magnolio, se posa la lírica del deseo que hiende y percibe la grata aroma de la sorpresa, siempre luminosa, esparcida en los escondites de los amantes y ellos adoban con el ansia de la respiración secreta y se lanzan a descubrir entre noches y labios otros horizontes con la destreza propia del asecho. Los encantos de la seducción encuentran morada, de manera singular, en este poema.

En Como el querer mío es un viaje a la memoria amorosa de la juventud. Se trata de poseerlo todo, desde la alegría, en pleno alborozo para sentirse el dueño único de todo, dice el poeta. Y entonces dejarse llevar de la “mano de la aventura del querer” para que el ojo del tacto recorra y pueble “el desierto infinito de la piel”, para que así, entre dos, inventarlo todo con audacia para que lo real sea real, realmente.

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