/ martes 4 de junio de 2024

SALUD EN LA RED / Nuevas esperanzas. La ética, calidez y humanismo en el ejercicio de las ciencias médicas

El ejercicio de las ciencias médicas y biotecnológicas es eminentemente técnico y científico; para ejercer su carrera, cualquier profesional debe cursar y aprobar, por varios años, una serie de estudios y una vez éstos son concluidos, la actualización deberá ser constante para poder seguir practicando de manera eficiente y responsable su profesión, sin embargo esa especialización y tecnificación de las ciencias médicas no pueden, de ninguna manera, convertirlos en fríos autómatas que dejan de lado la empatía y el sentido humano que ésta noble labor requiere para el beneficio de los pacientes.

Reza parte del antiguo juramento Hipocrático, que, en forma simbólica, aún en muchas universidades es un compromiso adquirido por sus graduados:

“Juro por Apolo médico, por Asclepio y por Higía, por Panacea y por todos los dioses y diosas, tomándolos por testigos, que cumpliré, en la medida de mis posibilidades y mi criterio, el juramento y compromiso siguientes: . . .

Dirigir el tratamiento con los ojos puestos en la recuperación de los pacientes, en la medida de mis fuerzas y de mi juicio, y abstenerse de toda maldad y daño.

Si cumplo este juramento sin faltar a él, que se me conceda gozar de la vida y de mi actividad profesional rodeado de la consideración de todos los hombres hasta el último día de mi vida, pero sí lo violo y juro en falso, que me ocurra todo lo contrario”.

Asimismo, la Asociación Médica Mundial (AMM) aprobó, en su 68ª Asamblea General, una nueva versión de la Declaración de Ginebra, equivalente al Juramento Hipocrático, dicha declaración desde su primigenia elaboración en 1948, se ha transformado en un documento elemental de la ética médica y una moderna revisión del citado Juramento Hipocrático, misma que, entre otras cosas, señala:

“Como miembro de la profesión médica: PROMETO SOLEMNEMENTE dedicar mi vida al servicio de la humanidad; VELAR ante todo por la salud y el bienestar de mi paciente; NO PERMITIR que consideraciones de edad, enfermedad o incapacidad, credo, origen étnico, sexo, nacionalidad, afiliación política, raza, orientación sexual, clase social o cualquier otro factor se interpongan entre mis deberes y mi paciente; EJERCER mi profesión a conciencia y dignamente y conforme a la buena práctica médica; PROMOVER el honor y las nobles tradiciones de la profesión médica. HAGO ESTAS PROMESAS solemne y libremente, bajo mi palabra de honor.”

Sin embargo, entre las presiones generadas por el propio ejercicio profesional así como la inmensa comercialización que la ha transformado, la actividad médica ha ido olvidando ese sentido humanista que se advertía como algo intrínseco en ella desde el juramento hipocrático y sus versiones modernas como la Declaración de Ginebra.

En la inmensa mayoría de los casos, salvo en la medicina meramente estética, cuando un paciente acude ante un profesional de la salud, se encuentra en un estado de fragilidad y vulnerabilidad extremo, sobretodo, en casos como lo son los de enfermedades en las que la vida pende de un hilo; es en esas situaciones cuando no solo se necesita de un científico que domine los conocimientos de la medicina moderna, sino también de un ser humano, comprometido y empático, capaz de brindar esperanza en que es posible recuperar la salud, o en su defecto, que el adiós será en las condiciones más dignas y humanas para el paciente.

Por supuesto que con lo anterior no me refiero a que resulta necesario que un médico mienta u oculte la verdad a su paciente para ser empático, lo anterior sería poco ético, sino a la necesidad de ayudarle a enfrentar la verdad, con calidez y certidumbre, de que juntos encontrarán el mejor tratamiento posible; sin embargo, en la actualidad, muchos profesionales de la salud actúan de manera fría e insensible al momento de exponer un diagnostico poco alentador, como si se tratarán de máquinas que recitan de manera indiferente una sentencia de muerte a un condenado.

Los médicos, sobre todo los de los servicios de salud pública, están expuestos a jornadas extenuantes de trabajo, en las que ven disminuidas sus horas de sueño y la posibilidad de cumplir a tiempo con sus necesidades alimentarias, es perfectamente entendible que lo anterior en cualquier ser humano, genere estrés y mal humor, pero de ninguna manera lo anterior justifica un trato inhumano al paciente, en el que muchas veces, sin tener ni siquiera la certeza, se le brinda un diagnostico desesperanzador, robándoles cualquier vestigio de esperanza en una posible recuperación.

Un grupo de investigadores de la Fordham University y del Memorial Sloan-Kettering Cancer Center llegaron a la conclusión que “los pacientes explican que usan la esperanza como herramienta de afrontamiento para ayudarles a mantener a raya estados emocionales amenazantes (como la desesperanza) que pueden emerger durante la fase avanzada o terminal de la enfermedad, y permite mantener sentimientos, acciones y objetivos más positivos”

En dicho sentido la esperanza es un instrumento para el afrontamiento, que permite proporcionar cuidados empáticos, tanto a los pacientes como a sus familias, ayudándoles a superar sus miedos, incluso en enfermedades terminales, en las que el ejercicio humano y empático de la medicina auxiliará al enfermo a superar sus miedos, a no ceder ante la desesperanza y la desesperación, el médico y profesional de la ética Chris Feudtner afirma que como profesionales “debemos comprometernos con los pacientes y las familias en trabajar la esperanza para confrontar lo que deseamos profundamente evitar mientras nos acercamos a la bondad que puede haber incluso en las situaciones de enfermedad más grave”.

Un trato digno, empático y humano, puede permitir tanto al paciente como a su familia, incluso en los casos más graves, a encontrar nuevas esperanzas, una que, cuando no sea posible la recuperación, nos permita dejar ir a nuestros seres queridos de una forma digna.

Es por ello, que es importante apostarle a la certificación de humanización de los servicios de salud, tanto a nivel privado, pero aun más a nivel público; teniendo como objetivo mejorar el grado de humanización en los centros sanitarios para conseguir: promover el abordaje de la atención al paciente de manera integral y holística; aumentar la satisfacción psicoafectiva de los profesionales, los pacientes y sus familiares; incrementar la eficiencia en el manejo de los pacientes; aumentar la eficacia y efectividad de los procesos; acercar a los equipos a la realidad de sus pacientes; y potenciar la reputación de los servicios o centros en el sector y la sociedad; ante lo anterior, no solo basándonos en que la infraestructura adecuada y los recursos necesarios son la base de una atención médica de calidad, sino, reconociendo el papel crucial de los profesionales de la salud en la humanización de la atención médica, y de los que en gran parte depende el bienestar y satisfacción en el trato cálido y humano del paciente, que representa un factor clave para la superación de la enfermedad.

Si estas interesado en llegar a esta certificación tanto como médico o empresa prestadora de servicios de salud, no dudes en contactarnos, Fundación RedSalud Internacional busca desarrollar la red más grande de servicios sanitarios con visión humanista.

Contáctanos: direccion@rsalud.com.mx

El ejercicio de las ciencias médicas y biotecnológicas es eminentemente técnico y científico; para ejercer su carrera, cualquier profesional debe cursar y aprobar, por varios años, una serie de estudios y una vez éstos son concluidos, la actualización deberá ser constante para poder seguir practicando de manera eficiente y responsable su profesión, sin embargo esa especialización y tecnificación de las ciencias médicas no pueden, de ninguna manera, convertirlos en fríos autómatas que dejan de lado la empatía y el sentido humano que ésta noble labor requiere para el beneficio de los pacientes.

Reza parte del antiguo juramento Hipocrático, que, en forma simbólica, aún en muchas universidades es un compromiso adquirido por sus graduados:

“Juro por Apolo médico, por Asclepio y por Higía, por Panacea y por todos los dioses y diosas, tomándolos por testigos, que cumpliré, en la medida de mis posibilidades y mi criterio, el juramento y compromiso siguientes: . . .

Dirigir el tratamiento con los ojos puestos en la recuperación de los pacientes, en la medida de mis fuerzas y de mi juicio, y abstenerse de toda maldad y daño.

Si cumplo este juramento sin faltar a él, que se me conceda gozar de la vida y de mi actividad profesional rodeado de la consideración de todos los hombres hasta el último día de mi vida, pero sí lo violo y juro en falso, que me ocurra todo lo contrario”.

Asimismo, la Asociación Médica Mundial (AMM) aprobó, en su 68ª Asamblea General, una nueva versión de la Declaración de Ginebra, equivalente al Juramento Hipocrático, dicha declaración desde su primigenia elaboración en 1948, se ha transformado en un documento elemental de la ética médica y una moderna revisión del citado Juramento Hipocrático, misma que, entre otras cosas, señala:

“Como miembro de la profesión médica: PROMETO SOLEMNEMENTE dedicar mi vida al servicio de la humanidad; VELAR ante todo por la salud y el bienestar de mi paciente; NO PERMITIR que consideraciones de edad, enfermedad o incapacidad, credo, origen étnico, sexo, nacionalidad, afiliación política, raza, orientación sexual, clase social o cualquier otro factor se interpongan entre mis deberes y mi paciente; EJERCER mi profesión a conciencia y dignamente y conforme a la buena práctica médica; PROMOVER el honor y las nobles tradiciones de la profesión médica. HAGO ESTAS PROMESAS solemne y libremente, bajo mi palabra de honor.”

Sin embargo, entre las presiones generadas por el propio ejercicio profesional así como la inmensa comercialización que la ha transformado, la actividad médica ha ido olvidando ese sentido humanista que se advertía como algo intrínseco en ella desde el juramento hipocrático y sus versiones modernas como la Declaración de Ginebra.

En la inmensa mayoría de los casos, salvo en la medicina meramente estética, cuando un paciente acude ante un profesional de la salud, se encuentra en un estado de fragilidad y vulnerabilidad extremo, sobretodo, en casos como lo son los de enfermedades en las que la vida pende de un hilo; es en esas situaciones cuando no solo se necesita de un científico que domine los conocimientos de la medicina moderna, sino también de un ser humano, comprometido y empático, capaz de brindar esperanza en que es posible recuperar la salud, o en su defecto, que el adiós será en las condiciones más dignas y humanas para el paciente.

Por supuesto que con lo anterior no me refiero a que resulta necesario que un médico mienta u oculte la verdad a su paciente para ser empático, lo anterior sería poco ético, sino a la necesidad de ayudarle a enfrentar la verdad, con calidez y certidumbre, de que juntos encontrarán el mejor tratamiento posible; sin embargo, en la actualidad, muchos profesionales de la salud actúan de manera fría e insensible al momento de exponer un diagnostico poco alentador, como si se tratarán de máquinas que recitan de manera indiferente una sentencia de muerte a un condenado.

Los médicos, sobre todo los de los servicios de salud pública, están expuestos a jornadas extenuantes de trabajo, en las que ven disminuidas sus horas de sueño y la posibilidad de cumplir a tiempo con sus necesidades alimentarias, es perfectamente entendible que lo anterior en cualquier ser humano, genere estrés y mal humor, pero de ninguna manera lo anterior justifica un trato inhumano al paciente, en el que muchas veces, sin tener ni siquiera la certeza, se le brinda un diagnostico desesperanzador, robándoles cualquier vestigio de esperanza en una posible recuperación.

Un grupo de investigadores de la Fordham University y del Memorial Sloan-Kettering Cancer Center llegaron a la conclusión que “los pacientes explican que usan la esperanza como herramienta de afrontamiento para ayudarles a mantener a raya estados emocionales amenazantes (como la desesperanza) que pueden emerger durante la fase avanzada o terminal de la enfermedad, y permite mantener sentimientos, acciones y objetivos más positivos”

En dicho sentido la esperanza es un instrumento para el afrontamiento, que permite proporcionar cuidados empáticos, tanto a los pacientes como a sus familias, ayudándoles a superar sus miedos, incluso en enfermedades terminales, en las que el ejercicio humano y empático de la medicina auxiliará al enfermo a superar sus miedos, a no ceder ante la desesperanza y la desesperación, el médico y profesional de la ética Chris Feudtner afirma que como profesionales “debemos comprometernos con los pacientes y las familias en trabajar la esperanza para confrontar lo que deseamos profundamente evitar mientras nos acercamos a la bondad que puede haber incluso en las situaciones de enfermedad más grave”.

Un trato digno, empático y humano, puede permitir tanto al paciente como a su familia, incluso en los casos más graves, a encontrar nuevas esperanzas, una que, cuando no sea posible la recuperación, nos permita dejar ir a nuestros seres queridos de una forma digna.

Es por ello, que es importante apostarle a la certificación de humanización de los servicios de salud, tanto a nivel privado, pero aun más a nivel público; teniendo como objetivo mejorar el grado de humanización en los centros sanitarios para conseguir: promover el abordaje de la atención al paciente de manera integral y holística; aumentar la satisfacción psicoafectiva de los profesionales, los pacientes y sus familiares; incrementar la eficiencia en el manejo de los pacientes; aumentar la eficacia y efectividad de los procesos; acercar a los equipos a la realidad de sus pacientes; y potenciar la reputación de los servicios o centros en el sector y la sociedad; ante lo anterior, no solo basándonos en que la infraestructura adecuada y los recursos necesarios son la base de una atención médica de calidad, sino, reconociendo el papel crucial de los profesionales de la salud en la humanización de la atención médica, y de los que en gran parte depende el bienestar y satisfacción en el trato cálido y humano del paciente, que representa un factor clave para la superación de la enfermedad.

Si estas interesado en llegar a esta certificación tanto como médico o empresa prestadora de servicios de salud, no dudes en contactarnos, Fundación RedSalud Internacional busca desarrollar la red más grande de servicios sanitarios con visión humanista.

Contáctanos: direccion@rsalud.com.mx

ÚLTIMASCOLUMNAS
Cargar Más