/ lunes 18 de septiembre de 2023

Salud en la Red | La tragedia no es morir, sino vivir con tanto dolor que la muerte es preferible a la vida: Crear esperanza a través de la acción

En este mes que se conmemora el día mundial para la Prevención del Suicidio, el pasado 10 de septiembre de 2023, se sigue manejando como lema trienal 2021-2023 “Crear esperanza a través de la acción, sirviéndose como una poderosa llamada a la acción y como recordatorio de que hay una alternativa al suicidio y de que a través de nuestras acciones podemos alentar la esperanza y fortalecer la prevención; y aunque sin lugar a dudas es una fecha de gran relevancia, no deberíamos verla como una efeméride pasajera, sino como la plataforma de lanzamiento que nos impulse a prestar atención y ayuda a quienes padecen algún tipo de desorden emocional, mental o físico, y que incapaces de gestionar correctamente sus sentimientos y emociones, así como de obtener oportunamente la asistencia profesional necesaria para fortalecer su resiliencia y recuperar su capacidad para disfrutar nuevamente de la vida, entonces corren el riesgo de terminar con ella.

Los problemas de salud mental no suceden de forma aislada, se calcula que el 98% de las personas con un trastorno mental tienen o desarrollan un problema físico –con mayor probabilidad de sufrir patologías como diabetes, cardiopatías y cáncer, enfermedades que se han considerado como la principal pandemia mundial que ya desde hace décadas hemos fracasado en su control y mitigación–, y de ese porcentaje el 46% lo desarrollan de larga duración, es por ello, que es evidente que debemos cambiar nuestro enfoque de promoción a la salud, dándole el lugar que se merece a la salud mental en la prevención. Entonces les pregunto, ante lo que les expongo en este momento, no será prioritario unir esfuerzos para juntos abordar esta problemática de salud pública donde hoy todos hemos sido tocados en nuestro círculo familiar o social, porque quien no tiene un familiar o amigo con este tipo de padecimientos.

La pandemia dejó un precedente histórico de la forma de abordar la salud mental, a partir de la declaración de la pandemia por COVID-19, un creciente número de personas experimentaron ansiedad, depresión, sufrimiento y estrés, tan marcado fue, que a unos meses de haberse promulgado la emergencia sanitaria la Organización Panamericana de la Salud (OPS) advirtió que la pandemia por COVID-19 estaba exacerbando los factores de riesgo de suicidio por lo que instó a hablar del tema en forma abierta y responsable –quitando estigmas, mitos y tabúes–, y motivó a permanecer conectados aún durante el distanciamiento físico, aprendiendo a identificar los signos de advertencia para prevenirlo.

El suicidio se ha posicionado como un grave problema de salud pública y mental con consecuencias sociales, emocionales y económicas de gran alcance –cuya tendencia al alza, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), podría modificarse, si se establecen estrategias y programas integrales de prevención, como parte del enfoque de salud pública–; se calcula actualmente que más de 800 mil seres humanos se quitaron la vida a nivel global, después de múltiples intentos de suicidio fallidos previos, ocasionando una muerte cada 40 segundos por esta causa –en relación con el 2019, que alrededor de 97,339 personas fallecieron por suicidio– si bien es cierto que la cifra de suicidios es impactante, los intentos de suicidio son 20 veces más –quedándose corta la cifra frente al número de intentos fallidos de suicidio–, y sabemos que cada uno de ellos afecta profundamente, como un efecto dominó a muchas más personas, sus entornos familiares y sociales, por lo cual se requiere esfuerzos de detección y prevención, en especial en población adolescente y adulto joven.

A pesar de que el suicidio se ha convertido progresivamente en un misil de alto impacto para la salud mundial, su prevención es un tema que no se aborda ni con la seriedad necesaria ni de la forma adecuada entre todos los sectores, entre las razones aparentes para ello están la falta de sensibilización y concientización sobre la importancia del problema y el tabú que lo rodea, evitando un diálogo abierto y profundo sobre ello; como individuos y sociedad, no debemos permitir que un enemigo mortal como el suicidio siga creciendo.

Ante lo anterior, se crea el precedente, de concebir ambientes y espacios saludables y promotores de salud –municipios, escuelas, iglesias, empresas– a través de una red que permita abordar varios de estos factores de riesgo y, sobre todo, contribuir a generar estas oportunidades para mejorar la salud y desarrollar una cultura de prevención en todos los miembros de la comunidad, que evidentemente tendrá un impacto sustancial en la calidad de vida de cada uno de ellos y sus comunidades. Desde esta perspectiva, podemos notar que la salud no es ajena a una estrategia de desarrollo social, sino que es una parte principal de ella, las instituciones son espacios en sí en los que se puede promover y construir ambientes saludables y promotores de salud de manera integral, abordando la salud física y mental no solo de las personas que hoy en día presentan un diagnóstico de una enfermedad, si no de manera global, con el fin de generar relaciones armónicas y saludables en cadena.

Creando esperanza a través de la acción es un recordatorio para todos, de que existe una alternativa al suicidio, no solo para aquellos que piensan terminar con sus vidas, si no que pretende inspirar confianza y luz en todos nosotros; que nuestras acciones, sin importar cuán grandes o pequeñas sean, puedan brindar esperanza a quienes están luchando, cada uno de nosotros es un actor clave en su prevención, y a través de nuestras acciones podemos marcar la diferencia para alguien en sus momentos más oscuros; ténganlo presente, esto lo pueden hacer como miembros de la sociedad, como niño, como padre, como amigo, como colega o como vecino, todos podemos desempeñar un papel en el apoyo a quienes experimentan una crisis suicida o a quienes están afligidos por el suicidio, solo tenemos que abrir los ojos y prestar atención, estar atentos y escuchar esos gritos silenciosos de ayuda. Centrarse en la prevención del suicidio es especialmente importante para crear vínculos sociales, promover la toma de conciencia y ofrecer esperanza, acercarse a las personas por su salud mental y su bienestar podría salvarles la vida.

Es momento de la acción, no solo preocuparnos por la salud integral, si no ocuparnos desde cada una de nuestras trincheras en desarrollar un trabajo que impacte de manera positiva en la población que representan y atienden; porque todos sabemos que una cultura colaborativa entre personas de distintos ámbitos de la sociedad que compartan responsabilidades y experiencias dará respuesta a las necesidades actuales de nuestro país.

La invitación hoy es a reflexionar sobre una realidad dolorosa e inaceptable, desde una visión multidisciplinaria, por todo lo anterior, nos queda claro, que es momento de trabajar en equipo, de manera coordinada con todos los sectores por el bienestar social a favor de los grupos más vulnerables disminuyendo la brechas de desigualdad, marginación y exclusión social, problemáticas sociales que están generando consecuencias en cadena a la salud pública y a la economía del país; teniendo claro que las acciones necesarias van más allá de una conmemoración, la vinculación entre políticas públicas y programas entre salud, educación y desarrollo social son fundamentales, toda vez que el mayor número de iniciativas están vinculadas a la prevención e impulsadas y contenidas en el sector de salud público, hoy es tiempo que el sector privado tome también control.

Cierro este mensaje, recordándoles que nuestras acciones para ayudar a quienes corren riesgo de suicidarse, sin importar cuán grandes o pequeñas sean, pueden brindar esperanza a quienes están luchando por seguir adelante, y en su soledad y desesperanza llegan al extremo de pensar que “la tragedia no es morir, sino vivir con tanto dolor que la muerte es preferible a la vida”; por ello nuestro compromiso debe ser convertir la desesperanza en certidumbre y el abandono en amparo, mediante la prevención, centrándonos en sumar con las instituciones y organizaciones que liderean estos programas, porque al apoyarlos desatara el efecto domino tocando a nuestros hijos, hermanos o amigos devolviéndoles la ilusión de una vida llena de salud mental.

Comentarios: direccion@rsalud.com.mx

En este mes que se conmemora el día mundial para la Prevención del Suicidio, el pasado 10 de septiembre de 2023, se sigue manejando como lema trienal 2021-2023 “Crear esperanza a través de la acción, sirviéndose como una poderosa llamada a la acción y como recordatorio de que hay una alternativa al suicidio y de que a través de nuestras acciones podemos alentar la esperanza y fortalecer la prevención; y aunque sin lugar a dudas es una fecha de gran relevancia, no deberíamos verla como una efeméride pasajera, sino como la plataforma de lanzamiento que nos impulse a prestar atención y ayuda a quienes padecen algún tipo de desorden emocional, mental o físico, y que incapaces de gestionar correctamente sus sentimientos y emociones, así como de obtener oportunamente la asistencia profesional necesaria para fortalecer su resiliencia y recuperar su capacidad para disfrutar nuevamente de la vida, entonces corren el riesgo de terminar con ella.

Los problemas de salud mental no suceden de forma aislada, se calcula que el 98% de las personas con un trastorno mental tienen o desarrollan un problema físico –con mayor probabilidad de sufrir patologías como diabetes, cardiopatías y cáncer, enfermedades que se han considerado como la principal pandemia mundial que ya desde hace décadas hemos fracasado en su control y mitigación–, y de ese porcentaje el 46% lo desarrollan de larga duración, es por ello, que es evidente que debemos cambiar nuestro enfoque de promoción a la salud, dándole el lugar que se merece a la salud mental en la prevención. Entonces les pregunto, ante lo que les expongo en este momento, no será prioritario unir esfuerzos para juntos abordar esta problemática de salud pública donde hoy todos hemos sido tocados en nuestro círculo familiar o social, porque quien no tiene un familiar o amigo con este tipo de padecimientos.

La pandemia dejó un precedente histórico de la forma de abordar la salud mental, a partir de la declaración de la pandemia por COVID-19, un creciente número de personas experimentaron ansiedad, depresión, sufrimiento y estrés, tan marcado fue, que a unos meses de haberse promulgado la emergencia sanitaria la Organización Panamericana de la Salud (OPS) advirtió que la pandemia por COVID-19 estaba exacerbando los factores de riesgo de suicidio por lo que instó a hablar del tema en forma abierta y responsable –quitando estigmas, mitos y tabúes–, y motivó a permanecer conectados aún durante el distanciamiento físico, aprendiendo a identificar los signos de advertencia para prevenirlo.

El suicidio se ha posicionado como un grave problema de salud pública y mental con consecuencias sociales, emocionales y económicas de gran alcance –cuya tendencia al alza, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), podría modificarse, si se establecen estrategias y programas integrales de prevención, como parte del enfoque de salud pública–; se calcula actualmente que más de 800 mil seres humanos se quitaron la vida a nivel global, después de múltiples intentos de suicidio fallidos previos, ocasionando una muerte cada 40 segundos por esta causa –en relación con el 2019, que alrededor de 97,339 personas fallecieron por suicidio– si bien es cierto que la cifra de suicidios es impactante, los intentos de suicidio son 20 veces más –quedándose corta la cifra frente al número de intentos fallidos de suicidio–, y sabemos que cada uno de ellos afecta profundamente, como un efecto dominó a muchas más personas, sus entornos familiares y sociales, por lo cual se requiere esfuerzos de detección y prevención, en especial en población adolescente y adulto joven.

A pesar de que el suicidio se ha convertido progresivamente en un misil de alto impacto para la salud mundial, su prevención es un tema que no se aborda ni con la seriedad necesaria ni de la forma adecuada entre todos los sectores, entre las razones aparentes para ello están la falta de sensibilización y concientización sobre la importancia del problema y el tabú que lo rodea, evitando un diálogo abierto y profundo sobre ello; como individuos y sociedad, no debemos permitir que un enemigo mortal como el suicidio siga creciendo.

Ante lo anterior, se crea el precedente, de concebir ambientes y espacios saludables y promotores de salud –municipios, escuelas, iglesias, empresas– a través de una red que permita abordar varios de estos factores de riesgo y, sobre todo, contribuir a generar estas oportunidades para mejorar la salud y desarrollar una cultura de prevención en todos los miembros de la comunidad, que evidentemente tendrá un impacto sustancial en la calidad de vida de cada uno de ellos y sus comunidades. Desde esta perspectiva, podemos notar que la salud no es ajena a una estrategia de desarrollo social, sino que es una parte principal de ella, las instituciones son espacios en sí en los que se puede promover y construir ambientes saludables y promotores de salud de manera integral, abordando la salud física y mental no solo de las personas que hoy en día presentan un diagnóstico de una enfermedad, si no de manera global, con el fin de generar relaciones armónicas y saludables en cadena.

Creando esperanza a través de la acción es un recordatorio para todos, de que existe una alternativa al suicidio, no solo para aquellos que piensan terminar con sus vidas, si no que pretende inspirar confianza y luz en todos nosotros; que nuestras acciones, sin importar cuán grandes o pequeñas sean, puedan brindar esperanza a quienes están luchando, cada uno de nosotros es un actor clave en su prevención, y a través de nuestras acciones podemos marcar la diferencia para alguien en sus momentos más oscuros; ténganlo presente, esto lo pueden hacer como miembros de la sociedad, como niño, como padre, como amigo, como colega o como vecino, todos podemos desempeñar un papel en el apoyo a quienes experimentan una crisis suicida o a quienes están afligidos por el suicidio, solo tenemos que abrir los ojos y prestar atención, estar atentos y escuchar esos gritos silenciosos de ayuda. Centrarse en la prevención del suicidio es especialmente importante para crear vínculos sociales, promover la toma de conciencia y ofrecer esperanza, acercarse a las personas por su salud mental y su bienestar podría salvarles la vida.

Es momento de la acción, no solo preocuparnos por la salud integral, si no ocuparnos desde cada una de nuestras trincheras en desarrollar un trabajo que impacte de manera positiva en la población que representan y atienden; porque todos sabemos que una cultura colaborativa entre personas de distintos ámbitos de la sociedad que compartan responsabilidades y experiencias dará respuesta a las necesidades actuales de nuestro país.

La invitación hoy es a reflexionar sobre una realidad dolorosa e inaceptable, desde una visión multidisciplinaria, por todo lo anterior, nos queda claro, que es momento de trabajar en equipo, de manera coordinada con todos los sectores por el bienestar social a favor de los grupos más vulnerables disminuyendo la brechas de desigualdad, marginación y exclusión social, problemáticas sociales que están generando consecuencias en cadena a la salud pública y a la economía del país; teniendo claro que las acciones necesarias van más allá de una conmemoración, la vinculación entre políticas públicas y programas entre salud, educación y desarrollo social son fundamentales, toda vez que el mayor número de iniciativas están vinculadas a la prevención e impulsadas y contenidas en el sector de salud público, hoy es tiempo que el sector privado tome también control.

Cierro este mensaje, recordándoles que nuestras acciones para ayudar a quienes corren riesgo de suicidarse, sin importar cuán grandes o pequeñas sean, pueden brindar esperanza a quienes están luchando por seguir adelante, y en su soledad y desesperanza llegan al extremo de pensar que “la tragedia no es morir, sino vivir con tanto dolor que la muerte es preferible a la vida”; por ello nuestro compromiso debe ser convertir la desesperanza en certidumbre y el abandono en amparo, mediante la prevención, centrándonos en sumar con las instituciones y organizaciones que liderean estos programas, porque al apoyarlos desatara el efecto domino tocando a nuestros hijos, hermanos o amigos devolviéndoles la ilusión de una vida llena de salud mental.

Comentarios: direccion@rsalud.com.mx

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