/ lunes 2 de diciembre de 2024

Libertas Capitur / Soberanía alimentaria y corrupción 

El problema del gusano barrenador del ganado en México (GBG), así como otros problemas de sanidad animal y vegetal, son la consecuencia de una pésima gestión de las autoridades, en la gran mayoría de las ocasiones debido a malas políticas y corrupción que se han extendido a través de los años y que recientemente están haciendo crisis.

El ganado introducido desde Guatemala y en general, el que entra por la frontera sur proveniente de los países centroamericanos, deja mucho que desear en tensión con las medidas de control sanitario que México logró implantar con enormes esfuerzos e inversión institucional en la detección, diagnóstico, control y erradicación; y la participación del sector ganadero por medio de acciones de educación, capacitación y socialización, para la erradicación del GBG.

La Comisión Panamá – Estados Unidos para la Erradicación y Prevención del Gusano Barrenador del Ganado (COPEG), documentó al 2 de noviembre, incidencias de 20,890 casos positivos en Panamá; 7,997 en Costa Rica; 4,611 casos, en Nicaragua; 29 casos en Honduras; y 1, en Guatemala. La porosidad de la frontera mexicana con Centroamérica, desde hace decenios permite el ingreso de ganado sin ningún control zoosanitario. Mínimo desde el año pasado, Panamá y Costa Rica habían emitido alertas por estas incidencias.

Mantener prácticamente abiertas nuestras fronteras a ganado de baja calidad, permitió también un incremento de la incidencia de enfermedades ya superadas en México, en las cuales ya habíamos levantado bandera blanca. Y si bien, el comercio ilegal de bovinos en la frontera sur de México no es una práctica reciente, lo cierto es que se normalizó en el sexenio anterior cuando se dio manga ancha a la importación sin mayores controles.

El auge en el comercio internacional de carne de res se inició con la aprobación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC) en 1994, tres años después de que se hubiera declarado la total erradicación del GBG en nuestro país. México se convirtió en un importante exportador de ganado y carne de res a Estados Unidos, pero excediendo sus capacidades propias, por lo cual recurrió al suministro de ganado de origen ilícito de Centroamérica.

Anualmente ingresan a México, proveniente de esa zona, un promedio de 800,000 cabezas de ganado. La característica oficial de este hato es su baratura y las condiciones sanitarias y económicas de origen. Por la magnitud de este comercio ilegal e indiscriminado, las autoridades mexicanas no son ajenas y sólo pueden ser ignorantes o cómplices de la afectación que hoy por hoy acusan los ganaderos mexicanos, como recientemente lo hizo la Unión Ganadera Regional de Chihuahua.

Se trata de un proceso de corrupción que se prohijó durante muchos años, pero que acaba de hacer eclosión, en el cual se encuentran inmersas las autoridades ganaderas de México responsables de los procesos de control de enfermedades, como SENASICA Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria; el cual dio al traste con más de tres décadas de bandera blanca especialmente del GBG, hoy en tela de juicio y que provocó la suspensión de importaciones por parte de los EUA.

A este respecto, subsiste en la página oficial del gobierno de México la pretensión de que “México es libre del gusano barrenador desde 1991, por lo que es necesario controlar la importación de animales, productos y subproductos de países afectados, fortalecer las medidas de bioseguridad en las unidades de producción pecuaria, así como tratar las heridas de los animales lo más pronto posible”.

Nada de eso existe ya. Ese defecto provocó que las autoridades estadounidenses la suspensión en las importaciones de ganado mexicano en pie, afectando nuestra economía, principalmente la de los ganaderos en general, sin que exista hasta este momento ninguna investigación y mucho menos sanciones a los responsables -léase “autoridades mexicanas”- por la importación legal o ilegal de ganado enfermo. ¿Les recuerda esto el mismo modus operandi del fraude en SEGALMEX Seguridad Alimentaria Mexicana?

Independiente de las deficiencias y la corrupción que prevalecen en los puntos de control fitozoosanitario –como los propios ganaderos saben– el comercio ilegal se basa en el manejo indiscriminado de los aretes del SINIIGAS Sistema Nacional de Identificación Individual de Ganado, que asigna un número único, permanente e irrepetible a cada animal de ganado bovino, ovino y caprino en el país; y sin el cual la movilización no sería posible.

El 2019, el gobierno federal firmó un convenio con Guatemala para la importación “legal” de ganado a través de empresas engordadoras, para hacer frente a la creciente demanda del mercado estadounidense. Al mismo tiempo, SENASICA y SINIIGAS abdicaron en sus funciones y el gobierno federal recortó de manera importante su presupuesto. Algo que, por lo menos, debería despertar sospechas. Se dio paso a un sistema mafioso de control basado en la oferta y la demanda de los aretes, que permitió el aretamiento formal sin contar con el sustento de las acciones sanitarias correspondientes.

En términos lisos y llanos: existe un mercado negro de aretes de SINIIGAS cuya permanencia y dimensión es imposible que ignoren las autoridades. El cierre de la frontera estadounidense a la importación de ganado en pie, tendrá como consecuencia la parálisis del comercio de ganado en amplias regiones de México y, en consecuencia, una presión a la baja en el precio, con las consiguientes pérdidas económicas.

La soberanía alimentaria, uno de los ejes fundamentales expuestos por el morenismo rampante para el rescate de la soberanía de México, es en los hechos sólo una bandera ideológica sin asidero en la realidad. Así lo demuestra la caída en picada del presupuesto de SENASICA, que sufrió una reducción del 42% en promedio el sexenio pasado.

Tal parece que el régimen populista de México que hoy preside al menos formalmente, la presidenta Claudia Sheimbaun, olvidó o no ha sido capaz de llevar a la práctica la enseñanza ideológica de su tristemente célebre preceptor ideológico, Hugo Chávez: "La soberanía alimentaria es una cuestión de seguridad nacional, porque si no controlamos nuestra propia producción de alimentos, estamos a merced de los mercados internacionales y de las corporaciones transnacionales."


Tal parece que en vez de ello, han preferido los enormes dividendos que el Poder tiene la facilidad de generar a través de la corrupción. Así se demuestra con el fraude millonario en SEGALMEX, que se sigue perdiendo en la extendida noche del sexenio pasado; y con las sospechosas importaciones de ganado barato y sin controles sanitarios que hoy por hoy tienen en jaque a la producción pecuaria de México.

E-mail: libertascapitur.chis@gmail.com

Canal de WhatsApp: https://whatsapp.com/channel/0029VaZHXqMF6smynhGZUL1c

El problema del gusano barrenador del ganado en México (GBG), así como otros problemas de sanidad animal y vegetal, son la consecuencia de una pésima gestión de las autoridades, en la gran mayoría de las ocasiones debido a malas políticas y corrupción que se han extendido a través de los años y que recientemente están haciendo crisis.

El ganado introducido desde Guatemala y en general, el que entra por la frontera sur proveniente de los países centroamericanos, deja mucho que desear en tensión con las medidas de control sanitario que México logró implantar con enormes esfuerzos e inversión institucional en la detección, diagnóstico, control y erradicación; y la participación del sector ganadero por medio de acciones de educación, capacitación y socialización, para la erradicación del GBG.

La Comisión Panamá – Estados Unidos para la Erradicación y Prevención del Gusano Barrenador del Ganado (COPEG), documentó al 2 de noviembre, incidencias de 20,890 casos positivos en Panamá; 7,997 en Costa Rica; 4,611 casos, en Nicaragua; 29 casos en Honduras; y 1, en Guatemala. La porosidad de la frontera mexicana con Centroamérica, desde hace decenios permite el ingreso de ganado sin ningún control zoosanitario. Mínimo desde el año pasado, Panamá y Costa Rica habían emitido alertas por estas incidencias.

Mantener prácticamente abiertas nuestras fronteras a ganado de baja calidad, permitió también un incremento de la incidencia de enfermedades ya superadas en México, en las cuales ya habíamos levantado bandera blanca. Y si bien, el comercio ilegal de bovinos en la frontera sur de México no es una práctica reciente, lo cierto es que se normalizó en el sexenio anterior cuando se dio manga ancha a la importación sin mayores controles.

El auge en el comercio internacional de carne de res se inició con la aprobación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC) en 1994, tres años después de que se hubiera declarado la total erradicación del GBG en nuestro país. México se convirtió en un importante exportador de ganado y carne de res a Estados Unidos, pero excediendo sus capacidades propias, por lo cual recurrió al suministro de ganado de origen ilícito de Centroamérica.

Anualmente ingresan a México, proveniente de esa zona, un promedio de 800,000 cabezas de ganado. La característica oficial de este hato es su baratura y las condiciones sanitarias y económicas de origen. Por la magnitud de este comercio ilegal e indiscriminado, las autoridades mexicanas no son ajenas y sólo pueden ser ignorantes o cómplices de la afectación que hoy por hoy acusan los ganaderos mexicanos, como recientemente lo hizo la Unión Ganadera Regional de Chihuahua.

Se trata de un proceso de corrupción que se prohijó durante muchos años, pero que acaba de hacer eclosión, en el cual se encuentran inmersas las autoridades ganaderas de México responsables de los procesos de control de enfermedades, como SENASICA Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria; el cual dio al traste con más de tres décadas de bandera blanca especialmente del GBG, hoy en tela de juicio y que provocó la suspensión de importaciones por parte de los EUA.

A este respecto, subsiste en la página oficial del gobierno de México la pretensión de que “México es libre del gusano barrenador desde 1991, por lo que es necesario controlar la importación de animales, productos y subproductos de países afectados, fortalecer las medidas de bioseguridad en las unidades de producción pecuaria, así como tratar las heridas de los animales lo más pronto posible”.

Nada de eso existe ya. Ese defecto provocó que las autoridades estadounidenses la suspensión en las importaciones de ganado mexicano en pie, afectando nuestra economía, principalmente la de los ganaderos en general, sin que exista hasta este momento ninguna investigación y mucho menos sanciones a los responsables -léase “autoridades mexicanas”- por la importación legal o ilegal de ganado enfermo. ¿Les recuerda esto el mismo modus operandi del fraude en SEGALMEX Seguridad Alimentaria Mexicana?

Independiente de las deficiencias y la corrupción que prevalecen en los puntos de control fitozoosanitario –como los propios ganaderos saben– el comercio ilegal se basa en el manejo indiscriminado de los aretes del SINIIGAS Sistema Nacional de Identificación Individual de Ganado, que asigna un número único, permanente e irrepetible a cada animal de ganado bovino, ovino y caprino en el país; y sin el cual la movilización no sería posible.

El 2019, el gobierno federal firmó un convenio con Guatemala para la importación “legal” de ganado a través de empresas engordadoras, para hacer frente a la creciente demanda del mercado estadounidense. Al mismo tiempo, SENASICA y SINIIGAS abdicaron en sus funciones y el gobierno federal recortó de manera importante su presupuesto. Algo que, por lo menos, debería despertar sospechas. Se dio paso a un sistema mafioso de control basado en la oferta y la demanda de los aretes, que permitió el aretamiento formal sin contar con el sustento de las acciones sanitarias correspondientes.

En términos lisos y llanos: existe un mercado negro de aretes de SINIIGAS cuya permanencia y dimensión es imposible que ignoren las autoridades. El cierre de la frontera estadounidense a la importación de ganado en pie, tendrá como consecuencia la parálisis del comercio de ganado en amplias regiones de México y, en consecuencia, una presión a la baja en el precio, con las consiguientes pérdidas económicas.

La soberanía alimentaria, uno de los ejes fundamentales expuestos por el morenismo rampante para el rescate de la soberanía de México, es en los hechos sólo una bandera ideológica sin asidero en la realidad. Así lo demuestra la caída en picada del presupuesto de SENASICA, que sufrió una reducción del 42% en promedio el sexenio pasado.

Tal parece que el régimen populista de México que hoy preside al menos formalmente, la presidenta Claudia Sheimbaun, olvidó o no ha sido capaz de llevar a la práctica la enseñanza ideológica de su tristemente célebre preceptor ideológico, Hugo Chávez: "La soberanía alimentaria es una cuestión de seguridad nacional, porque si no controlamos nuestra propia producción de alimentos, estamos a merced de los mercados internacionales y de las corporaciones transnacionales."


Tal parece que en vez de ello, han preferido los enormes dividendos que el Poder tiene la facilidad de generar a través de la corrupción. Así se demuestra con el fraude millonario en SEGALMEX, que se sigue perdiendo en la extendida noche del sexenio pasado; y con las sospechosas importaciones de ganado barato y sin controles sanitarios que hoy por hoy tienen en jaque a la producción pecuaria de México.

E-mail: libertascapitur.chis@gmail.com

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