/ lunes 2 de septiembre de 2024

Libertas Capitur / Sheinbaum: cambiar el paradigma diletante

El casi ex presidente Andrés Manuel López Obrador es el paradigma del político diletante. Es decir, un ideólogo sin la capacidad para llevar a cabo sus ideas, que se contentó con dominar el debate público, pero no supo operar y tomar acción para llevar a cabo sus metas. O mejor, para dar los resultados que la gran expectativa de su elección generó en millones de mexicanos.

Es cierto que la próxima presidente de México Claudia Sheinbaum pertenece a la misma corriente política que su antecesor, pero no menos cierto es que, en todo régimen de gobierno, las políticas las influye en una gran medida la personalidad y la formación intelectual del gobernante en turno. A menos que las condiciones políticas no la favorezcan y se viera limitada por factores reales de poder.

Es evidente que hay una gran diferencia entre ambas personalidades, pero no es el propósito describirlas, habida cuenta de las actitudes públicas que las exponen. En el caso del casi ex presidente, su personalidad puede calificarse sin dificultad porque ya lo vivimos durante seis años. Propuso muchas ideas y proyectos, pero no concretó ninguno. Se requiere que el cambio de gobierno sea al mismo tiempo un cambio del paradigma diletante que prevaleció en México durante el sexenio que terminó.

Las ocurrencias y los excesos de las reacciones presidenciales, no pueden seguir influyendo las políticas públicas. México requiere de una política integral y una administración pública congruente con nuestros propósitos de desarrollo y no de actitudes que no corresponden a un jefe de Estado y gobierno. Como mal ejemplo: ante el posicionamiento de EUA y Canadá respecto a la reforma judicial, el casi ex presidente se metió en el callejón sin salida de una “pausa” en las relaciones diplomáticas.

El problema, estimado lector, es que una “pausa” en las relaciones con nuestros principales socios comerciales, en vez de ayudar a México nos perjudica, porque no conllevó ninguna acción consistente con el ex abrupto presidencial y no se ve de qué manera este pudiera resultara favorable al país, debido a que fue una simple reacción declarativa. Pero que sin duda movió a los mercados y nos pone en situación de enfrentar reacciones lesivas a nuestra economía.

A lo anterior debemos sumar el rosario de ocurrencias con las cuales “gobernó”, como fue el caso de las obras prioritarias a las que se comprometió ya como presidente electo hace seis años; sin que se tuviera estudios o proyectos de factibilidad serios, que permitieran una toma de decisiones responsable e informada. ¿O acaso puede decirse que logró cumplir los objetivos que se propuso? La herencia que dejará a la hoy presidente electa Claudia Sheinbaum, es una larga lista de acciones sin resultados.

Las obras emblemáticas del sexenio, Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, desarrollo del istmo de Tehuantepec, tren Maya y refinería Olmeca son -cuando no elefantes blancos- obras inconclusas, poco prácticas, inmensamente caras y sin resultados tangibles. Los problemas técnicos recurrentes y la mala calidad de las obras no permiten hacer un pronóstico optimista en el plazo inmediato. El impacto pretendido en la economía no se refleja por ningún lado. A menos que usted, por ejemplo, compre la gasolina a diez pesos en el extenso negocio del huachicol.

Quedó a deber con la prometida construcción de caminos rurales, comunicar a todo el país con internet, en las plazas públicas, escuelas y hospitales; el programa de desarrollo urbano en colonias marginadas; las becas para todos los estudiantes de preparatoria del país; y la construcción de 100 universidades públicas, las cuales resultaron instituciones fantasmas, sin estudiantes, sin infraestructura y sin egresados;

La reconstrucción de zonas afectadas por el sismo del 19 de septiembre, quedó en la maraña de cifras oficiales y resulta evidente su fracaso en Iztapalapa, Tláhuac, Xochimilco y otras zonas de la CDMX, donde según protestas de los afectados, “la emergencia no ha terminado, miles siguen sin casa… la política de reconstrucción (o su ausencia)... ha sido un fracaso y se está condenando a decenas de miles de familias a no regresar jamás a su hogar”.

Sólo para redondear la idea, menciono algunos otros compromisos del ex presidente AMLO, que a mi juicio quedaron sin cumplir y en no pocos de ellos, hubo un retroceso palmario durante el presente sexenio, como son: sistema de salud como en Dinamarca , atención médica y medicamentos gratuitos; cultivos básicos para no comprar maíz, arroz y frijol al extranjero; empresas de fertilizantes; apoyo a la canasta básica de alimentos; crédito ganadero a la palabra; zona franca en la frontera con Estados Unidos; desarrollo minero; apoyo a PYMES; y desarrollo de energías alternativas, entre otros.

De ahí la importancia que, la futura actual presidente asuma con entereza y responsabilidad la conducción del país y que la política mexicana, tanto interna como internacional, sea una palanca para nuestro desarrollo y el cumplimiento de las aspiraciones de los mexicanos, en vez de un instrumento al servicio de un ego personal.


E-mail:

libertascapitur.chis@gmail.com


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El casi ex presidente Andrés Manuel López Obrador es el paradigma del político diletante. Es decir, un ideólogo sin la capacidad para llevar a cabo sus ideas, que se contentó con dominar el debate público, pero no supo operar y tomar acción para llevar a cabo sus metas. O mejor, para dar los resultados que la gran expectativa de su elección generó en millones de mexicanos.

Es cierto que la próxima presidente de México Claudia Sheinbaum pertenece a la misma corriente política que su antecesor, pero no menos cierto es que, en todo régimen de gobierno, las políticas las influye en una gran medida la personalidad y la formación intelectual del gobernante en turno. A menos que las condiciones políticas no la favorezcan y se viera limitada por factores reales de poder.

Es evidente que hay una gran diferencia entre ambas personalidades, pero no es el propósito describirlas, habida cuenta de las actitudes públicas que las exponen. En el caso del casi ex presidente, su personalidad puede calificarse sin dificultad porque ya lo vivimos durante seis años. Propuso muchas ideas y proyectos, pero no concretó ninguno. Se requiere que el cambio de gobierno sea al mismo tiempo un cambio del paradigma diletante que prevaleció en México durante el sexenio que terminó.

Las ocurrencias y los excesos de las reacciones presidenciales, no pueden seguir influyendo las políticas públicas. México requiere de una política integral y una administración pública congruente con nuestros propósitos de desarrollo y no de actitudes que no corresponden a un jefe de Estado y gobierno. Como mal ejemplo: ante el posicionamiento de EUA y Canadá respecto a la reforma judicial, el casi ex presidente se metió en el callejón sin salida de una “pausa” en las relaciones diplomáticas.

El problema, estimado lector, es que una “pausa” en las relaciones con nuestros principales socios comerciales, en vez de ayudar a México nos perjudica, porque no conllevó ninguna acción consistente con el ex abrupto presidencial y no se ve de qué manera este pudiera resultara favorable al país, debido a que fue una simple reacción declarativa. Pero que sin duda movió a los mercados y nos pone en situación de enfrentar reacciones lesivas a nuestra economía.

A lo anterior debemos sumar el rosario de ocurrencias con las cuales “gobernó”, como fue el caso de las obras prioritarias a las que se comprometió ya como presidente electo hace seis años; sin que se tuviera estudios o proyectos de factibilidad serios, que permitieran una toma de decisiones responsable e informada. ¿O acaso puede decirse que logró cumplir los objetivos que se propuso? La herencia que dejará a la hoy presidente electa Claudia Sheinbaum, es una larga lista de acciones sin resultados.

Las obras emblemáticas del sexenio, Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, desarrollo del istmo de Tehuantepec, tren Maya y refinería Olmeca son -cuando no elefantes blancos- obras inconclusas, poco prácticas, inmensamente caras y sin resultados tangibles. Los problemas técnicos recurrentes y la mala calidad de las obras no permiten hacer un pronóstico optimista en el plazo inmediato. El impacto pretendido en la economía no se refleja por ningún lado. A menos que usted, por ejemplo, compre la gasolina a diez pesos en el extenso negocio del huachicol.

Quedó a deber con la prometida construcción de caminos rurales, comunicar a todo el país con internet, en las plazas públicas, escuelas y hospitales; el programa de desarrollo urbano en colonias marginadas; las becas para todos los estudiantes de preparatoria del país; y la construcción de 100 universidades públicas, las cuales resultaron instituciones fantasmas, sin estudiantes, sin infraestructura y sin egresados;

La reconstrucción de zonas afectadas por el sismo del 19 de septiembre, quedó en la maraña de cifras oficiales y resulta evidente su fracaso en Iztapalapa, Tláhuac, Xochimilco y otras zonas de la CDMX, donde según protestas de los afectados, “la emergencia no ha terminado, miles siguen sin casa… la política de reconstrucción (o su ausencia)... ha sido un fracaso y se está condenando a decenas de miles de familias a no regresar jamás a su hogar”.

Sólo para redondear la idea, menciono algunos otros compromisos del ex presidente AMLO, que a mi juicio quedaron sin cumplir y en no pocos de ellos, hubo un retroceso palmario durante el presente sexenio, como son: sistema de salud como en Dinamarca , atención médica y medicamentos gratuitos; cultivos básicos para no comprar maíz, arroz y frijol al extranjero; empresas de fertilizantes; apoyo a la canasta básica de alimentos; crédito ganadero a la palabra; zona franca en la frontera con Estados Unidos; desarrollo minero; apoyo a PYMES; y desarrollo de energías alternativas, entre otros.

De ahí la importancia que, la futura actual presidente asuma con entereza y responsabilidad la conducción del país y que la política mexicana, tanto interna como internacional, sea una palanca para nuestro desarrollo y el cumplimiento de las aspiraciones de los mexicanos, en vez de un instrumento al servicio de un ego personal.


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