/ lunes 9 de septiembre de 2024

Libertas Capitur / Pasión por la justicia

Hace algunas décadas tuve la oportunidad de convivir cotidianamente, con quien fuera magistrado del tribunal colegiado de circuito de Tabasco y representante de los magistrados en el consejo de la judicatura Federal, a quien tuve el honor de atender en mi casa durante alrededor de dos años.

El licenciado Alfredo Borboa Reyes (+), fue un juez en toda la extensión de la palabra. Un hombre letrado, culto, fino, amable, considerado, con un gran sentido de la justicia. Para él la judicatura fue un apostolado… Dedicó su vida y sacrificó su salud, por el cumplimiento del deber que sentía como integrante del Poder Judicial de la Federación.

Igual que él, muchos colegas a quienes conozco y trato personalmente porque somos parte de una generación de abogados, son profesionistas que han dedicado sus mejores capacidades y con una gran entrega, han servido en una de las instituciones más renombradas y reconocidas en América Latina, con algo más que la sola vocación por el derecho: su pasión por la justicia.

Borboa Reyes era ya una persona mayor, bastante minado de su salud cuando lo conocí. Ello no impidió que -contra todas las recomendaciones médicas- completara jornadas extenuantes incluso de más de 24 horas, para cumplir con la presentación de sus proyectos en el Pleno, que una vez discutidos y votados, resolvieron controversias judiciales que influyeron en el destino de las personas.

Me consta lo anterior, porque vi al magistrado Borboa desvelarse en no pocas ocasiones cada semana y levantarse de la mesa que le servía de escritorio, sólo para tomar un baño, un café y un frugal desayuno, para llegar con sus voluminosos expedientes a cumplir con su deber de manera oportuna. Así como él conozco a muchos trabajadores y servidores públicos del Poder Judicial, que han puesto su vida al servicio del ideal de la justicia.

El sistema de justicia que quiere deshacer el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, ha dado resultados tangibles: fortaleció el régimen republicano, al lograr la independencia del Poder Judicial federal; dio vigencia plena al Estado de derecho; y permitió la existencia de la condición madre de la economía y la política de un país, el principio de certeza.

Ser Ministro de la Corte, o magistrado de los órganos de justicia, se convirtió no sólo en un acto que honraba al conocimiento, la experiencia y la calidad como ser humano de quién obtenía dichos nombramientos. Sino que era una verdadera hazaña académica e intelectual, desde que los requisitos y procedimientos se hicieron más rigurosos, como por ejemplo la comparecencia de los candidatos para obtener el voto calificado de la Cámara de Senadores.

La confianza en México de los agentes económicos nacionales e internacionales, se vio fortalecida durante el periodo que abarcó la reforma judicial de 1994 -que hoy se encuentra bajo fuego del gobierno de Morena-, gracias a un sistema de justicia confiable, asequible y equilibrado. No muchos países latinoamericanos tienen un poder judicial con el prestigio del de México, hoy en peligro. Hoy se ha visto mermada con la iniciativa de reforma judicial de Morena.

Entre algunas características para ser juez, se encuentran las siguientes: integridad, imparcialidad, conocimiento jurídico, análisis crítico, habilidades de comunicación efectiva, paciencia, tolerancia, respeto, independencia, actualización constante y compromiso con la justicia. Todo ello no es posible sin una carrera judicial basada en el desempeño profesional y en el mérito que sólo pueden proporcionar la permanencia en el servicio a una causa.

Lo que pretende la reforma judicial del presidente López Obrador es tirar por la borda todos estos avances en materia de impartición de justicia en México, para dar paso a un proyecto de poder unipersonal y transexenal. Lo que ha motivado reacciones sin precedentes, como es el paro de actividades que aprobó en sesión privada la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Y que hoy lunes la propia Corte volverá a analizar si es necesario extender.

Así como las protestas y movilizaciones estudiantiles de las principales facultades de Derecho del país, la suspensión de labores de la mayoría absoluta de jueces y magistrados, manifestaciones de solidaridad de los poderes judiciales y la sociedad civil en más de 20 de Estados de la república; y la suma de magistrados, jueces y trabajadores de la judicatura federal que por medio de votaciones democráticas han decidido apoyar las actividades en contra de una reforma que poco a poco se está revelando bastante impopular.

El gobierno ya casi extinto del presidente Andrés Manuel López Obrador está dando coletazos, en su intentona por revertir condiciones de legalidad y una Constitución garantista que no convienen a su proyecto. Pero existe una estructura judicial comprometida y capacitada, una cultura de derechos humanos y una gran pasión por la justicia que va a ser difícil desarraigar mediante una sola mayoría legislativa.

La reforma judicial de Morena, parece convocar al pueblo a luchar por la justicia y los derechos humanos, tal como lo diría el activista norteamericano de los derechos civiles, Martin Luther King: “Comprométete con la noble lucha por los derechos humanos. Harás una mejor persona de ti mismo, una gran nación de tu país y un mejor mundo para vivir.”

E-mail:

libertascapitur.chis@gmail.com

Canal de WhatsApp:

https://whatsapp.com/channel/0029VaZHXqMF6smynhGZUL1c

Hace algunas décadas tuve la oportunidad de convivir cotidianamente, con quien fuera magistrado del tribunal colegiado de circuito de Tabasco y representante de los magistrados en el consejo de la judicatura Federal, a quien tuve el honor de atender en mi casa durante alrededor de dos años.

El licenciado Alfredo Borboa Reyes (+), fue un juez en toda la extensión de la palabra. Un hombre letrado, culto, fino, amable, considerado, con un gran sentido de la justicia. Para él la judicatura fue un apostolado… Dedicó su vida y sacrificó su salud, por el cumplimiento del deber que sentía como integrante del Poder Judicial de la Federación.

Igual que él, muchos colegas a quienes conozco y trato personalmente porque somos parte de una generación de abogados, son profesionistas que han dedicado sus mejores capacidades y con una gran entrega, han servido en una de las instituciones más renombradas y reconocidas en América Latina, con algo más que la sola vocación por el derecho: su pasión por la justicia.

Borboa Reyes era ya una persona mayor, bastante minado de su salud cuando lo conocí. Ello no impidió que -contra todas las recomendaciones médicas- completara jornadas extenuantes incluso de más de 24 horas, para cumplir con la presentación de sus proyectos en el Pleno, que una vez discutidos y votados, resolvieron controversias judiciales que influyeron en el destino de las personas.

Me consta lo anterior, porque vi al magistrado Borboa desvelarse en no pocas ocasiones cada semana y levantarse de la mesa que le servía de escritorio, sólo para tomar un baño, un café y un frugal desayuno, para llegar con sus voluminosos expedientes a cumplir con su deber de manera oportuna. Así como él conozco a muchos trabajadores y servidores públicos del Poder Judicial, que han puesto su vida al servicio del ideal de la justicia.

El sistema de justicia que quiere deshacer el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, ha dado resultados tangibles: fortaleció el régimen republicano, al lograr la independencia del Poder Judicial federal; dio vigencia plena al Estado de derecho; y permitió la existencia de la condición madre de la economía y la política de un país, el principio de certeza.

Ser Ministro de la Corte, o magistrado de los órganos de justicia, se convirtió no sólo en un acto que honraba al conocimiento, la experiencia y la calidad como ser humano de quién obtenía dichos nombramientos. Sino que era una verdadera hazaña académica e intelectual, desde que los requisitos y procedimientos se hicieron más rigurosos, como por ejemplo la comparecencia de los candidatos para obtener el voto calificado de la Cámara de Senadores.

La confianza en México de los agentes económicos nacionales e internacionales, se vio fortalecida durante el periodo que abarcó la reforma judicial de 1994 -que hoy se encuentra bajo fuego del gobierno de Morena-, gracias a un sistema de justicia confiable, asequible y equilibrado. No muchos países latinoamericanos tienen un poder judicial con el prestigio del de México, hoy en peligro. Hoy se ha visto mermada con la iniciativa de reforma judicial de Morena.

Entre algunas características para ser juez, se encuentran las siguientes: integridad, imparcialidad, conocimiento jurídico, análisis crítico, habilidades de comunicación efectiva, paciencia, tolerancia, respeto, independencia, actualización constante y compromiso con la justicia. Todo ello no es posible sin una carrera judicial basada en el desempeño profesional y en el mérito que sólo pueden proporcionar la permanencia en el servicio a una causa.

Lo que pretende la reforma judicial del presidente López Obrador es tirar por la borda todos estos avances en materia de impartición de justicia en México, para dar paso a un proyecto de poder unipersonal y transexenal. Lo que ha motivado reacciones sin precedentes, como es el paro de actividades que aprobó en sesión privada la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Y que hoy lunes la propia Corte volverá a analizar si es necesario extender.

Así como las protestas y movilizaciones estudiantiles de las principales facultades de Derecho del país, la suspensión de labores de la mayoría absoluta de jueces y magistrados, manifestaciones de solidaridad de los poderes judiciales y la sociedad civil en más de 20 de Estados de la república; y la suma de magistrados, jueces y trabajadores de la judicatura federal que por medio de votaciones democráticas han decidido apoyar las actividades en contra de una reforma que poco a poco se está revelando bastante impopular.

El gobierno ya casi extinto del presidente Andrés Manuel López Obrador está dando coletazos, en su intentona por revertir condiciones de legalidad y una Constitución garantista que no convienen a su proyecto. Pero existe una estructura judicial comprometida y capacitada, una cultura de derechos humanos y una gran pasión por la justicia que va a ser difícil desarraigar mediante una sola mayoría legislativa.

La reforma judicial de Morena, parece convocar al pueblo a luchar por la justicia y los derechos humanos, tal como lo diría el activista norteamericano de los derechos civiles, Martin Luther King: “Comprométete con la noble lucha por los derechos humanos. Harás una mejor persona de ti mismo, una gran nación de tu país y un mejor mundo para vivir.”

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