/ lunes 12 de agosto de 2024

Libertas Capitur /  “No reelección”, bandera hipócrita 

A propósito de la elección ayer de los senadores Alejandro Moreno Cárdenas y Carolina Viggiano Austria como presidente y secretario general del comité nacional del Partido Revolucionario Institucional PRI.

Uno de los principios más arraigados en la tradición política mexicana fue la “no reelección”. Llegó a integrarse en el imaginario político como inherente a nuestra democracia. Y desde Porfirio Díaz contra Juárez y Madero contra Porfirio Díaz, se convirtió en una bandera política exitosa, que le permitió adquirir un prestigio no acorde a su relevancia constitucional, porque en realidad, la reelección ha sido la regla y la “no reelección”, la excepción.

Este último principio nunca fue absoluto y funcionó excepcionalmente en un solo caso. Esto era así porque un ciudadano elegido para un periodo constitucional en un cargo, no podía postularse para ese mismo cargo para el periodo inmediato siguiente. Sin embargo, era perfectamente legal y normal que ese mismo ciudadano compitiera en el periodo inmediato, a otro cargo de elección popular en las elecciones federales y locales, llámese para presidente de la república, senador, diputado federal, gobernador del estado, presidente municipal o diputado local. Incluso las leyes permitían la separación del cargo para postularse a un cargo inmediato, sin mayor problema.

La “no reelección" fue, en este sentido, una bandera hipócrita, a la que se le ha dado una importancia que no merece, habida cuenta de que la reelección ha estado vigente y ha sido la regla general aplicable en la mayoría de los cargos. ¿De qué sirve un principio de “no reelección” aplicable sólo a un cargo, cuando el mismo ciudadano se puede reelegir inmediatamente en cualquier otro cargo? Salvo en los casos del presidente de la república y los gobernadores de los Estados, la reelección es la fórmula general y la “no reelección”, la excepción.

El derecho humano a ser elegido como integrante de los órganos de gobierno, es una de las garantías constitucionales que tienen los ciudadanos para participar en la vida pública del país. Pero al convertirse la “no reelección” en una bandera política que se enarboló con éxito en ciertos momentos históricos, también se convirtió en un lugar común. Se volvió una propuesta con la que los políticos daban satisfacción a la ideología de sus electores, a sabiendas de que, en realidad, sí podían reelegirse inmediatamente en otros cargos.

La “no reelección” se convirtió así en una propuesta demagógica de la que se abusó impunemente: la tal restricción a la reelección inmediata, no fue eficaz para evitar que los mismos ciudadanos pudieran ser electos inmediatamente en otros cargos públicos. Pero además, la “no reelección” va en contra de la lógica que establece a la experiencia, especialización y preparación contínua como características que deben tener los servidores públicos para brindar resultados a los ciudadanos. Lo que sólo se logra mediante un ejercicio sostenido y bajo el escrutinio del electorado, quien al final tiene la facultad de decidir con su voto si refrenda o no su confianza.

En el caso del PRI, haber suprimido la restricción a la reelección consecutiva de sus dirigentes, fue una decisión valiente, innovadora, de reconocimiento a la realidad política y un paso hacia la consolidación de un liderazgo nacional más sólido, experimentado y preparado para enfrentar un régimen que busca suprimir libertades y garantías constitucionales. Con la reelección de Alejandro Moreno y Carolina Viggiano en su dirigencia, se asume un cambio de paradigma histórico del partido que por muchos años extendió un principio inoperante a sus propias dirigencias, que hoy se prepara con toda su experiencia para acudir a la cita con el incierto destino del horizonte electoral.

E-mail:

libertascapitur.chis@gmail.com


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A propósito de la elección ayer de los senadores Alejandro Moreno Cárdenas y Carolina Viggiano Austria como presidente y secretario general del comité nacional del Partido Revolucionario Institucional PRI.

Uno de los principios más arraigados en la tradición política mexicana fue la “no reelección”. Llegó a integrarse en el imaginario político como inherente a nuestra democracia. Y desde Porfirio Díaz contra Juárez y Madero contra Porfirio Díaz, se convirtió en una bandera política exitosa, que le permitió adquirir un prestigio no acorde a su relevancia constitucional, porque en realidad, la reelección ha sido la regla y la “no reelección”, la excepción.

Este último principio nunca fue absoluto y funcionó excepcionalmente en un solo caso. Esto era así porque un ciudadano elegido para un periodo constitucional en un cargo, no podía postularse para ese mismo cargo para el periodo inmediato siguiente. Sin embargo, era perfectamente legal y normal que ese mismo ciudadano compitiera en el periodo inmediato, a otro cargo de elección popular en las elecciones federales y locales, llámese para presidente de la república, senador, diputado federal, gobernador del estado, presidente municipal o diputado local. Incluso las leyes permitían la separación del cargo para postularse a un cargo inmediato, sin mayor problema.

La “no reelección" fue, en este sentido, una bandera hipócrita, a la que se le ha dado una importancia que no merece, habida cuenta de que la reelección ha estado vigente y ha sido la regla general aplicable en la mayoría de los cargos. ¿De qué sirve un principio de “no reelección” aplicable sólo a un cargo, cuando el mismo ciudadano se puede reelegir inmediatamente en cualquier otro cargo? Salvo en los casos del presidente de la república y los gobernadores de los Estados, la reelección es la fórmula general y la “no reelección”, la excepción.

El derecho humano a ser elegido como integrante de los órganos de gobierno, es una de las garantías constitucionales que tienen los ciudadanos para participar en la vida pública del país. Pero al convertirse la “no reelección” en una bandera política que se enarboló con éxito en ciertos momentos históricos, también se convirtió en un lugar común. Se volvió una propuesta con la que los políticos daban satisfacción a la ideología de sus electores, a sabiendas de que, en realidad, sí podían reelegirse inmediatamente en otros cargos.

La “no reelección” se convirtió así en una propuesta demagógica de la que se abusó impunemente: la tal restricción a la reelección inmediata, no fue eficaz para evitar que los mismos ciudadanos pudieran ser electos inmediatamente en otros cargos públicos. Pero además, la “no reelección” va en contra de la lógica que establece a la experiencia, especialización y preparación contínua como características que deben tener los servidores públicos para brindar resultados a los ciudadanos. Lo que sólo se logra mediante un ejercicio sostenido y bajo el escrutinio del electorado, quien al final tiene la facultad de decidir con su voto si refrenda o no su confianza.

En el caso del PRI, haber suprimido la restricción a la reelección consecutiva de sus dirigentes, fue una decisión valiente, innovadora, de reconocimiento a la realidad política y un paso hacia la consolidación de un liderazgo nacional más sólido, experimentado y preparado para enfrentar un régimen que busca suprimir libertades y garantías constitucionales. Con la reelección de Alejandro Moreno y Carolina Viggiano en su dirigencia, se asume un cambio de paradigma histórico del partido que por muchos años extendió un principio inoperante a sus propias dirigencias, que hoy se prepara con toda su experiencia para acudir a la cita con el incierto destino del horizonte electoral.

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