Querido Duque:
Uno de mis hijos quiere que le compre un suéter de Escandinavia, porque dice que tú los mencionas mucho en tus redes sociales ¿podrías decirme en dónde los venden?
Casandra
San Cristóbal
Querida Casandra:
Con toda seguridad puedes encontrarlos en Escandinavia.
Duque:
Yo soy de piel morena pero me gusta pintarme el cabello de rubio. Según yo me veo bien, pero el domingo pasado fui a San Cristóbal, y como entiendo y hablo muy bien el inglés, escuché que una británica, que se me quedaba viendo, le dijo a su pareja que le daba risa ver que las indias nos tiñéramos el pelo y nos hiciéramos cirugías plásticas para parecer europeas, pero que así nos veíamos todavía más autóctonas. Sí, sí tengo operada la nariz y las bubbies también, pero no me veo fea, te lo juro. Además, me visto mucho mejor que la piojosa turista que hizo el comentario.
Betty
Tuxtla Gutiérrez
Querida Betty:
Las mujeres inglesas son muy acomplejadas y por eso reaccionan así cuando ven a una negra que quiere ser blanca. No hagas caso y vive la vida sin complicaciones.
Hola Duque:
Quisiera que me pudieras poner en contacto con alguno de esos muchachos lujuriosos que te escriben y que se sienten la gran cosa. Yo soy mucha mujer para cualquiera de esos presumidos, a los que puedo domar mejor que si fueran potros salvajes y yo una vaquera.
Rosa María
Tuxtla Gutiérrez
Querida Rosa María:
No seas fantasiosa, no creo que esos jóvenes que mencionas estén interesados en mujeres mayores como tú, para eso están las muchachas de su edad, quienes también tienen el don de apagar esos fuegos que la testosterona genera en sus cuerpos.
Querido Duque:
Yo no soy chiapaneca, pero estoy pasando una temporada larga en Tuxtla y como mi cuñado trae a la casa el periódico en el que escribes, ya me aficioné a leer el “Diván del Duque”. Jamás te hubiera escrito, te lo digo sinceramente, si no fuera por lo que me sucedió el otro día: mi hermana me pidió que la acompañara al Club Campestre para porque quería llevar a nadar a mis sobrinos y yo acepté. Cuando llegamos, los niños se metieron a la piscina y mi hermana y yo nos sentamos en una mesa cercana, a la que se fueron agregando varias señoras, entre las cuales había una, no te miento, más nalgona que una africana, y que llevaba a dos horrendos niños a los que dejó en la alberca, con dos nanas, una para cuidar a cada uno. Yo no podía dejar de verlos y por eso casi me caigo de la silla cuando vi que las sirvientas se descalzaron y metieron los pies en el agua, en la misma alberca en la que nadaban mis sobrinos. A mí me dio mucho asco y le conté en voz baja a mi hermana lo que había sucedido, para que nos fuéramos de ahí, pero ella, con tal de seguir platicando chismes, me respondió que no fuera sangrona, que aquello no tenía nada de malo, que se notaba que las criadas estaban limpias. Yo ya no dije nada, pero sí me quedé muy molesta.
Marifer
Tuxtla Gutiérrez
Querida Marifer:
Tal vez procedes de un mundo muy exclusivo que, por desgracia, aquí no existe. La convivencia con la servidumbre es muy abierta y no se usa eso de comprar vajillas, comidas o uniformes especiales para las sirvientas, quienes comparten casi todo con los patrones. De alguna manera tenía que compensarse el hecho de que son las criadas más baratas de todo México, y que puedas darte el lujo de tener varias que te atiendan las 24 horas del día.
Duque de Santo Ton:
Desde niña siempre quise ser monja, y cuando cumplí dieciocho años le pedí a mi papá que me mandara a una abadía en Austria, para tomar los hábitos allá, lejos del mundo en el que crecí, pero no aguanté los malos modos de las monjas austriacas. Vieras lo malcriadas que son; a pesar de que pagamos un dineral por el ingreso, me ponían a hacer labores de criada y me despreciaban por no hablar el alemán, por no ser alta, rubia, de ojos azules y no tener conocimientos de latín. No aguanté más y le pedí a mi papá que me regresara a México. Estuve buscando en Internet información para ingresar a una orden religiosa mexicana pero ninguna me convence, la verdad es que no sé qué hacer.
Luz María
Tuxtla Gutiérrez
Querida Linda María:
Yo te sugiero que te dediques a otra cosa mamacita: por las cosas que me cuentas advierto que no tienes madera de religiosa; más bien te recomendaría buscarte un buen marido antes de que se te vaya el último tren.