Además de triste, es muy incómodo el que no se tenga tema de conversación y no quede de otra más que mirarse las caras. Platicar es delicioso, y más aún cuando se trata de esas personas que siempre tienen temas nuevos; cuando además te une algún pasatiempo, o compartes trabajo, gustos, y creo que eso no nos hace falta a ningún chiapaneco: siempre tenemos de qué hablar, o nos inventamos qué hacer o experimentar.
Y esto viene a cuenta porque este asunto de la chiapanequidad, implementado por nuestro gobernador electo, Eduardo Ramírez, abre un enorme umbral para potencializar lo que somos como Estado, como sociedad; tenemos una riqueza inmensa en lo cultural, lo gastronómico, la naturaleza es particularmente bondadosa con nosotros, y por supuesto también en lo social.
Aunque lo mejor es que no todo es lo mismo, tenemos tanta diversidad, por ejemplo en lo gastronómico, ¿sabe usted cómo se hace un tamalito de chipilín con camarón?, ¿qué lleva el tamal especial?, ¿la preparación del atol chuco?, ¿de los tamalitos y el atol de elote? Pero también está nuestra particular forma de hablar, los dichos, palabras antiguas; las costumbres, los regionalismos, que son una delicia para quien los dice pero sobre todo para quien los escucha.
Pero, todo eso ¿quién lo documenta?, ¿dónde podemos encontrar un compendio? Ojalá que este asunto no lo dejen olvidado y que aquellos que están dirigiendo el tema de la chiapanequidad lo tomen en consideración.
La verdad, da gusto ver a tantos jóvenes involucrados directamente, y quizás la mayor parte de la juventud no se dé cuenta de que están inmersos y son parte de esta chiapanequidad, pero tienen, todos tenemos mucho qué aportar en esta apuesta, y es que es algo natural, es nuestra forma de ser. Dijera la filósofa de Xochiltepec, “estamos acostumbrados a hacer chiapaneco”. Tenemos un tesoro que ya va siendo hora de que se explote, que todo el mundo conozca.
Habría que mostrarle al mundo entero lo que aquí se hace, que no se les olvide que en esta tierra surgió el chocolate, que aquí se produce uno de los mejores cafés del planeta, que hay paisajes inigualables, dignos de la mejor fotografía, o la mejor película; aquí la gente se siente orgullosa de sus raíces y lo expresan de diversas formas. Ya lo dijo don Eduardo Ramírez, “hay que mostrar con orgullo lo que somos”, y para ello, hay que creernos, primero, todo lo que tenemos para aportar y presumir. Mucho agradeceré sus comentarios a ronay.mx@gmail.com